Este Viernes Santo 2025, el tradicional Sermón de las Siete Palabras se convirtió en un clamor colectivo.
Obispos desde distintas regiones —golpeadas por la violencia, la pobreza y el abandono— usaron las frases finales de Cristo en la cruz para reflexionar sobre las heridas que todavía duelen en Colombia.
Inspirados en el Jubileo de la Esperanza que vive la Iglesia este año, los prelados llamaron a reconstruir el tejido social con perdón, justicia y fraternidad. A continuación, una síntesis de esas siete voces proféticas desde los territorios.
1. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”: el grito del Chocó y el Catatumbo
Monseñor Wiston Mosquera, obispo de Quibdó, no se guardó nada: “¿De qué sirve rezar el Viernes Santo si no cambiamos los hábitos que matan?”. Dijo que regiones como el Chocó, el Cauca y el Catatumbosiguen bañadas en sangre.
Pidió examinar la conciencia nacional: “Si creemos en Él, ¿cómo le hacemos daño a otros?”. Invitó a desarmar el odio, en todos los frentes: desde los fusiles hasta los micrófonos. “Nadie gana con la violencia; todos perdemos hasta el último pedazo de humanidad”.
2. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”: contra la cultura del descarte
Desde Palmira, monseñor Rodrigo Gallego comparó la promesa de vida eterna con la cultura de lo efímero y del dinero fácil. “Colombia se ha obsesionado con el poder y el dinero —raíces de nuestra corrupción—, pero Cristo nos recuerda que la plenitud no se mide en pesos”.
La esperanza, dijo, es mucho más que sobrevivir: es vivir en dignidad, en comunidad y con sentido. “La Eucaristía es el Paraíso en la tierra; allí Cristo sacia nuestra sed de infinito”.
Así se vive el Viernes Santo en el municipio de El Retiro. FOTO Manuel Saldarriaga
3. “Mujer, ahí tienes a tu hijo”: María, signo de ternura en medio del caos
Monseñor Juan Manuel Toro, de Girardota, centró su reflexión en María como madre de esperanza. “Acogerla es decir ‘sí’ frente a la desesperanza”, dijo.
Para él, cada madre colombiana que educa en medio de la pobreza o la guerra es imagen de esa María valiente. “¿Cómo ser hijos de María hoy? Haciendo lo que Él nos diga: amar, servir, perdonar”.
4. “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”: el lamento de Ocaña y del Catatumbo
Desde Norte de Santander, monseñor Orlando Olave conectó el clamor de Jesús con el de miles de colombianos que se sienten abandonados: “Miles en el Catatumbo claman como Jesús ante el abandono estatal, los cultivos ilícitos y la violencia que no cesa”.
Pero ese grito, aclaró, no es de desesperación: es un grito confiado en Dios. “La Iglesia en Ocaña no abandona. Somos peregrinos de esperanza, llevando alimento, acompañamiento y fe”.
5. “Tengo sed”: los clamores de la Colombia profunda
Monseñor Dimas Acuña, desde El Banco, no dudó: “La sed de Cristo es la de los niños wayúu sin agua, los campesinos sin tierra, los jóvenes sin futuro”.
Para él, esta palabra revela el corazón ardiente de Jesús por la humanidad doliente. “Responder a esta sed es dar agua, justicia, consuelo. La Iglesia debe ser un oasis de esperanza”.
Viernes Santo en Antioquia. FOTO EL COLOMBIANO
6. “Todo está cumplido”: la esperanza no se rinde
El obispo auxiliar de Barranquilla, monseñor Edgar Mejía, recordó que esta frase no es un suspiro de derrota, sino el eco de una misión cumplida. “Cristo no murió en vano. Nos dejó una tarea: ser fermento en una sociedad podrida por la corrupción y el egoísmo”.
Y preguntó sin rodeos: “¿Al final del día podemos decir: ‘hice el bien’?”. Para él, esa es la misión del cristiano: hacer el bien con hechos y no solo con rezos.
7. “En tus manos encomiendo mi espíritu”: entrega radical y solidaridad real
Cerrando el sermón, monseñor Edwin Vanegas, auxiliar de Bogotá, habló de una entrega confiada: “Cristo no clama en derrota, sino en esperanza total. Su ‘sí’ es la puerta de la resurrección”.
Desde los contrastes de la capital, llamó a la solidaridad concreta: “Acoger al migrante, cuidar al anciano, proteger a los niños, mirar al otro sin prejuicios. Esa es la esperanza que necesita Colombia hoy”.