Son días decisivos que pueden cambiar la historia del empresariado antioqueño. Los accionistas del Grupo Nutresa afrontan un dilema: aceptar la tentadora oferta de los Gilinski y cederles el control de la icónica compañía paisa de alimentos, o desecharla, aunque ello contraríe el principio de generarle valor a sus grupos de interés.
La incertidumbre es absoluta. Por ejemplo, el Grupo de Inversiones Suramericana (Grupo Sura), que posee el 35,37% de Nutresa, se declaró a la espera de que la Superintendencia Financiera defina si autoriza o no la OPA.
En caso afirmativo, Sura solicitará la información necesaria para conocer los detalles del negocio y considerar las bondades o perjuicios que tendría sobre una de sus inversiones no estratégicas, aunque sí de portafolio, junto a la participación accionaria que también tiene en el Grupo Argos.
Vale decir que en lo corrido de este año la especie de Nutresa acumula una desvalorización del 9,4% en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) y el miércoles, cuando se anunció la OPA, se cotizaba a 21.740 pesos, lejos del valor máximo de 29.500 pesos observado en diciembre de 2014. Es por esto que la oferta de 7,71 dólares por acción de Nugil (29.879 pesos con una tasa de cambio del dólar de 3.875,38 pesos) resulta atractiva, pues representa 37,4% más frente al valor que traía Nutresa en la bolsa, donde está suspendida mientras se resuelve el futuro de la OPA.
De dársele vía libre a la transacción y en el escenario que Sura la acepte estaría recibiendo unos 4,82 billones de pesos por las 161,5 millones de acciones que posee en Nutresa.
Estos recursos los podría destinar al fortalecimiento de sus negocios estratégicos, enfocados en los servicios financieros, así como en la entrega de dividendos extraordinarios o el desapalancamiento (reducir deuda), buscando maximizar los beneficios de los grupos de interés, lo cual es un propósito superior de las juntas directivas de cualquier compañía (ver Informe).
Posibles frenos
Pese a lo tentador de la propuesta para controlar a Nutresa, una de las alternativas que se plantea es que el negocio no se cristalice y un ejemplo en el mercado colombiano fue el intento que hace un año protagonizó el Grupo Alfa de México, que lanzó una OPA por al menos el 15% de Enka.
Tras el fracaso de este negocio la acción de Enka –que entonces se cotizaba alrededor de los 7,5 pesos– ha triplicado su precio y supera hoy los 24 pesos.
Con un eventual rechazo de la oferta por parte de Sura y Argos (que tiene el 9,87% de Nutresa) se esperaría que los actuales accionistas lanzaran una OPA competitiva, es decir, subir la vara y poner un precio más alto que el de los Gilinski, o también podría ser lanzada por un tercero e incluso por Nugil, para mejorar su propuesta.
Analistas de bolsa también estiman que nadie participe en la OPA, aunque todos deberían justificar por qué no lo harían, lo cual es muy difícil ya que la oferta que está sobre la mesa es favorable.
Esa justificación la exigirían tanto los accionistas de Sura y Argos, como los afiliados a los fondos de pensiones que tienen títulos de Nutresa como Porvenir, Protección, Skandia y Colfondos, quienes reclamarían que la función de todo administrador de una compañía es generar valor a sus accionistas.
Sin embargo, también podrían esgrimir argumentos como que Nutresa vale más de diez veces su Ebitda (que es de $1,17 billones), con lo cual la oferta sería poco para una compañía exitosa como esta.
De otro lado, conocedores de temas jurídicos dicen que existen figuras defensivas que podrían implementarse para evitar que Gilinski ingrese como accionista a Nutresa.
Una de ellas se denomina “la píldora envenenada”, que consiste en que la compañía objeto de la OPA se endeude sin control ocasionando que el valor de las acciones baje y la sociedad pierda valor y sea menos atractiva. A septiembre pasado la deuda total de Nutresa sumaba 3,3 billones de pesos.
En ese escenario, la holding antioqueña de alimentos y las 69 sociedades en las que tiene control y acciones se endeudarían en virtud de que serían varias píldoras venenosas que se “tragaría” el comprador, en este caso el Grupo Gilinski.
O también pueden hacerse cambios en los estatutos, por ejemplo, para que accionistas existentes, salvo el que adquiere, compren más acciones con descuento. De este modo se impondrían cargas adicionales para los interesados en Nutresa, con el propósito de desanimarlos a seguir adelante con la OPA.
De todos modos, más allá de las opciones económicas y jurídicas un escenario que se podría contemplar es que accionistas minoritarios que empaticen con las causas del GEA simplemente decidan no vender, considerando que la compañía es un patrimonio para el departamento (ver Módulos).
Y si venden, ¿qué?
Si bien el valor de Nutresa para Antioquia va mucho más allá de lo económico, los analistas hacen sus cuentas y dicen que en el caso en que Sura y Argos vendieran, sus acciones podrían revalorizarse.
Además, de acuerdo con Davivienda Corredores, uno de los factores que mayor dificultad genera para los inversionistas –particularmente extranjeros– al poner capital en compañías como Sura y Argos es entender las participaciones cruzadas, con lo que la OPA daría pie a que la estructura del llamado Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) se simplifique y facilite el análisis sobre esas firmas.
En tal sentido es necesario comprender que esta transacción tiene implicaciones que van más allá de la simple decisión de venta de uno de los negocios.
Actualmente el 25,3% del valor de Nutresa está representado por el portafolio de acciones que la compañía posee en Grupo Argos (79,8 millones) y en Grupo Sura (61,02 millones), que a precio de mercado está valorado en 2,24 billones de pesos.
Este enroque es el que permite que el GEA, entre sí, mantenga las riendas de los activos, por lo que sí se materializa la OPA el control de Grupo Argos y Grupo Sura podría quedar a la deriva, lo que se prestaría para que otros inversionistas puedan hacer lo mismo y mediante una o varias ofertas conseguir el control de estas compañías.
Esto se daría más aún si el comprador decidiera que su interés está orientado exclusivamente al negocio de alimentos y desinvirtiera las acciones del portafolio. En otras palabras, el enroque y el GEA, como se conoce hoy en día, podrían desaparecer.