Laura Barajas no es una atleta de élite. No tiene entrenador personal, ni compra tenis nuevos para cada carrera, pero su pasión por el running le ha abierto una ventana a un mundo que mueve millones en el país. Hace ocho meses empezó a correr, no por moda ni por salud, sino porque le rompieron el corazón.
“Esa es la tendencia, muchas personas lo hacen por eso, porque trotando se encuentra paz, porque la mente se deja en blanco”, dice.
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Hoy, con tres carreras a cuestas, ha aprendido que correr no es solo un reto físico, sino también un gasto considerable. Solo la inscripción de una carrera oscila entre $150.000 y $200.000, dinero que garantiza la camiseta oficial, el número de corredor, el chip de cronometraje, la medalla, hidratación y asistencia médica.
Pero eso es solo el comienzo. Para resistir los kilómetros, Laura compra dos geles energéticos, que en Farmatodo –donde encuentra los más baratos– cuestan $11.000 cada uno. También invierte en su recuperación: después de cada carrera paga una descarga muscular por $100.000, esencial para evitar lesiones. La ropa es otro rubro importante: su pantaloneta o licra le costó $120.000.
El mayor desembolso fue el año pasado, cuando decidió comprar unos Nike Invincible 3, por los que pagó $600.000. Eso sí, aclara que los sigue usando, porque cambiar de zapatillas en cada carrera sería un lujo imposible. “No es que compre un par para cada maratón”.
Además, utiliza Strava, una aplicación que le permite registrar sus ritmos y distancias sin pagar un entrenador. “Uno mismo puede llevar sus marcas, según lo que quiera lograr”.
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Pero más allá de la inscripción y los implementos, hay un costo que muchas veces no se tiene en cuenta: el de correr en distintas ciudades. “Si uno se pone a correr todas las competencias del país, sale carísimo, porque toca pagar hospedaje, transporte y todo lo demás”, cuenta Laura, quien ahorra para poder seguir en la pista.
A pesar de los costos, el running sigue ganando adeptos en Colombia. Lo que comenzó como una terapia posruptura, para Laura se ha convertido en un estilo de vida.
Auge del running en Colombia
El running sigue sumando kilómetros en el país. Las carreras de 10K, 15K y 20K ya son un plan fijo en el calendario de muchos aficionados, que ven en estos eventos la oportunidad perfecta para medirse, mejorar marcas y, de paso, disfrutar del ambiente que se vive en cada competencia.
No es casualidad: en Colombia, el 56% de las personas practica alguna actividad física, y el running está en el top de los deportes favoritos, según datos del Dane.
Cada vez es más común ver calles y parques llenos de corredores, ya sea entrenando en solitario o sumándose a los grupos que han tomado fuerza en los últimos años.
El crecimiento del running en Colombia se evidencia por ejemplo en el aumento del número de clubes y eventos deportivos. Por ejemplo, cuando inició CorreMiTierra en Medellín, existían alrededor de seis o siete clubes de running en la ciudad. Actualmente, hay más de 50, lo que refleja el impacto positivo de eventos deportivos como CorreMiTierra.
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La plataforma Strava reveló en su informe anual que los grupos de running seguirán siendo la gran tendencia en 2025, luego de un 2024 en el que la popularidad de los clubes de corredores creció un 59%, incluyendo Colombia.
Y no es casualidad: la gente cada vez busca más conexiones sociales a través del deporte. Según la plataforma, el 58% de los encuestados hizo nuevos amigos en estos espacios y, en el caso de la generación Z, uno de cada cinco encontró con quién compartir kilómetros y conversaciones mientras entrenaba.
Los datos también revelan que las salidas en grupo tienen un plus: duran, en promedio, 40% más que los entrenamientos en solitario. Al final, más que sumar kilómetros, se trata de disfrutar la compañía y la motivación colectiva.
Por otro lado, desde CorreMiTierra han notado en los últimos diez años, que el running ha pasado de ser una actividad de nicho a convertirse en un estilo de vida para muchos colombianos, consolidándose como una de las actividades deportivas favoritas y atrayendo a más personas a practicarlo, y asimismo, más marcas quieren unirse.
Para Jhansen Orlando Arroyave, correr no es solo un deporte, es una inversión a largo plazo. Con dos años y medio en el mundo del running, sabe bien que preparar una competencia no es solo cuestión de entrenar duro, sino también de organizar el presupuesto.
“Todo empieza 16 semanas antes”, explica. Durante ese tiempo, los gastos se van sumando: suplementación para la nutrición (alrededor de $1.700.000), inscripciones a carreras previas (dos de 21K por $340.000) y el gran reto, la maratón, que cuesta unos $240.000.
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Según CorreMiTierra, en tenis especiales para correr, puede gastar entre $600.000 y $1.500.000 ya que son fundamentales para evitar lesiones y mejorar el rendimiento. Además, la ropa deportiva, que incluye shorts, camisetas y medias, puede costar entre $500.000 y $750.000.
También es común adquirir accesorios como gorras, gafas, termos y geles, con un costo estimado de $170.000 a $250.000. Para aquellos que les gusta tener un seguimiento de sus entrenamientos, los dispositivos tecnológicos pueden representar una inversión adicional de $1.000.000 a $5.000.000, calculan Jorge Andrés Orozco y Cristina Martínez, directores de CorreMiTierra.
Agregan que, en el caso del mercado colombiano, solo el 20% de los aficionados entrena con clubes o entrenadores personalizados para seguir un plan estructurado, estos pueden costar mensualmente entre $100 mil y $400 mil, y dependiendo de la distancia para la que se esté preparando el proceso puede estar en una media de 4 meses.
El equipo también juega un papel clave. De acuerdo con Jhansen, en su lista están cinco camisetas, cuatro pantalonetas, tres pares de medias, dos gorras y unas gafas deportivas que pueden sumar hasta $1.500.000. Pero sin duda, la inversión más grande es en calzado, con al menos tres pares de tenis: unos para entrenamientos de velocidad, otros para rodajes suaves y un último par exclusivo para la competencia. En total, cerca de $2.700.000 solo en zapatillas.
Afortunadamente, el mercado colombiano cada vez ofrece más opciones. Adidas, Nike, Hoka, Brooks, On, New Balance y Asics dominan el juego, cada una con tecnologías diseñadas para mejorar el rendimiento de los corredores, ya sea en trail, fondos o velocidad en pista.
La ropa también evoluciona con más estilos, colores y materiales que priorizan la comodidad. En cuanto a estilo, el informe de Strava apunta a que este año el azul será el nuevo negro en la ropa deportiva. En marcas, destacan Under Armour y Sportline.
Sin embargo, hay diferencias generacionales en un detalle clave: las medias. Mientras la generación Z las prefiere altas, los corredores de la generación X optan por las invisibles.
El año pasado, algunos productos marcaron la pauta entre los corredores: Nike Pegasus, el modelo más popular entre los runners. Apple Watch, el favorito para los corredores de 5K. Garmin Forerunner, el más usado en largas distancias. Zapatillas con placa de carbono, cada vez más presentes en las competencias, con un crecimiento del 14% en su uso.
En Medellín, por ejemplo, los runners ya tienen una nueva opción para equiparse: Stamina Shop, una tienda especializada con todo lo necesario para correr, desde cinturones y chalecos hasta geles, hidratantes y gafas.
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La maratón del gasto: la economía detrás de correr 42K
Según CorreMiTierra, en lo que respecta a la nutrición que es otro factor clave, hay un gasto aproximado de $600.000 en suplementos y alimentación.
Por otro lado, es recomendable, aunque no muchas personas lo utilizan, las sesiones de fisioterapia o fortalecimiento, recuperación a través de masajes y prevención de lesiones visitando médicos deportivos pueden sumar otros $600.000 al presupuesto, precisan Jorge y Cristina.
Por su parte, Kevin Bohórquez lo piensa cuando le preguntan cuánto cuesta correr una maratón. No porque sea un gasto menor, sino porque sabe que la cifra puede asustar a cualquiera. “Ufff, mucho”, dice. Y es que más allá de la pasión y la disciplina, el running de alto nivel es un deporte que demanda inversión en entrenamiento, alimentación, recuperación y, por supuesto, la inscripción a las competencias.
Para aquellos que buscan mejorar su rendimiento, contratar un entrenador de running es clave. Un entrenador cobra entre $200.000 y $400.000 al mes, dependiendo de la experiencia y el nivel de personalización del plan.
A eso se suma la alimentación deportiva, que puede costar unos $400.000 en todo el ciclo de preparación, estima Kevin. Los geles energéticos, los hidratantes y la suplementación son fundamentales para resistir los 42 kilómetros.
El cuerpo también necesita recuperación. Cada sesión con un fisioterapeuta para masajes de descarga puede costar entre $100.000 y $150.000, y en todo el proceso de preparación se pueden gastar unos $400.000 o más, cuenta Kevin.
Pero el gasto más visible es el de la inscripción a la maratón. En Colombia, puede costar entre $120.000 y $220.000 en promedio, pero en eventos más grandes puede superar los $300.000. Si el corredor decide competir en una maratón internacional, la cifra se dispara: el registro puede costar entre $1.000.000 y $1.500.000, dependiendo del país y la relevancia de la carrera.
Y eso sin contar los implementos esenciales. Kevin calcula que un buen par de tenis, el aliado más importante de cualquier runner, puede costar entre $550.000 y $1.500.000, dependiendo de la marca y la tecnología. En la lista de favoritas están Nike, Adidas, Asics, Saucony, New Balance, Puma y Hoka.
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Pero la inversión no termina ahí. Si la carrera es en otra ciudad, toca sumar el costo de los pasajes y el hospedaje. “Eso es toda una economía alrededor del deporte”, precisa Kevin. “Y ni hablar de las maratones internacionales”.
Según CorreMiTierra, para el caso de carreras que se realizan en otra ciudad, se deben considerar gastos adicionales como tiquetes de avión entre $500.000 y $900.000, dependiendo del destino, alojamiento en promedio por dos o tres noches representa una inversión entre $500.000 a $1.500.000; la alimentación durante el viaje puede puede ser entre $300.000 y $500.000; y el transporte local, puede costar aproximadamente $200.000.
Otro corredor es Hugo Velásquez, quien recuerda cuando salir a correr por las calles era un acto casi solitario. Antes de la pandemia, en sus entrenamientos apenas se cruzaba con una o dos personas corriendo.
Hoy la historia es otra. “Usted sale y ve gente trotando en todos lados. Es un tema de salud, de bienestar, pero también se ha vuelto casi una obsesión. Participar en carreras, mejorar tiempos, parchar con la gente... lo uno lleva al otro”, dice con la certeza de quien ha estado en la ruta desde antes del boom del running en el país.
El fenómeno no es solo deportivo, es también económico. Correr una maratón completa no es barato y preparar el cuerpo para enfrentar 42 kilómetros requiere meses de inversión. Velásquez, que ya ha vivido la experiencia, lo tiene claro: “Uno necesita mínimo entre cuatro y seis meses de preparación. Y en ese tiempo se gasta un billete largo”.
Solo los tenis de entrenamiento cuestan entre $600.000 y $800.000, añade, y si se quiere un par de competencia con placa de carbono, el precio sube a más de $1.000.000.
Los geles energéticos, indispensables para los fondos largos, suman unos $300.000 durante el ciclo de entrenamiento, mientras que la ropa técnica puede costar alrededor de $600.000, puntualiza Hugo.
Pero donde realmente se dispara el gasto es en la nutrición especializada, estima que puede ir de $2.000.000 a $3.000.000, dependiendo de la dieta del corredor. A esto se le suma la inscripción a la carrera, que ronda los $300.000, y los costos de viaje si la competencia es en otra ciudad. “Como uno trabaja, toca ir en avión y volver al otro día. Súmele pasajes, hospedaje, alimentación... eso sube bastante”, explica.
En total, el gasto de un corredor colombiano para completar una carrera incluida su preparación puede estar entre $4.000.000 y más de $10.000.000, dependiendo de las necesidades individuales.
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Las grandes ciudades del mundo han entendido este mercado y han creado experiencias completas para corredores. Existen agencias de viajes especializadas en running, como Terranova Maratones, en Medellín, que ofrecen paquetes con inscripción, hotel y, en algunos casos, los tiquetes aéreos.
Para Kevin, que ya ha participado en una maratón en Europa, la pasión por correr va más allá del esfuerzo físico. Es un compromiso económico que puede representar varios millones al año, pero que se paga con cada meta cruzada. “Esto ha cogido mucha fuerza... Es una inversión, pero la sensación de terminar una maratón lo vale”.
Más allá de la inversión económica, Jhansen destaca el impacto del running en la calidad de vida. “La gente está entendiendo que llevar un estilo de vida saludable no es una moda, es una necesidad”, dice convencido. “Mental y físicamente nos volvemos más fuertes, rendimos mejor en el trabajo y reducimos el estrés del día a día”.
Las marcas que dominan el running en Colombia
Antes, Nike y Adidas eran las dueñas del mercado, pero ahora han entrado con fuerza otras marcas. “Ya están Asics, New Balance, Hoka, Puma y Saucony”, dice Hugo. En relojes deportivos, Garmin, Coros y Polar dominan la escena, mientras que Strava sigue siendo la app preferida para registrar entrenamientos.
Incluso, las grandes maratones del país tienen patrocinadores de calzado bien definidos. Hugo comenta que en Medellín se corre con Nike, en Bogotá con Adidas, en Barranquilla con Asics, en Cúcuta con New Balance. Además, otras marcas como Reebok y Under Armour también están entrando al juego.
La fiebre por correr ha crecido tanto que ya no son solo las competencias oficiales las que mueven dinero. Cada fin de semana, en distintas ciudades del país, los runners organizan entrenamientos largos llamados “fondos”, y las marcas lo han notado. “Ya hay marcas como Electrolit, Gatorade y algunas tiendas deportivas que patrocinan esos fondos, regalando hidratación, bananos y otros suplementos”, cuenta Hugo.
La hidratación también es un aspecto fundamental, marcas como Gatorade, Sporade, Powerade, Agua Cristal, Agua Cielo, Brisa, son algunas que están presentes para el corredor, agregan Jorge y Cristina.
“Cada vez más marcas están abiertas a respaldar el deporte y promover un estilo de vida saludable, reconociendo el impacto positivo que estos eventos generan en las personas, pero también depende mucho de la calidad y la experiencia que ofrezca cada evento deportivo”, afirman los directores de CorreMiTierra.
A renglón seguido cuentan que los sectores que más han apostado por este nicho incluyen el fitness, la nutrición y la tecnología deportiva, que ven en estas competencias una oportunidad para conectar con un público afín.
“Pero además, CorreMiTierra es un claro ejemplo del impacto económico que genera en otros sectores como el textil en el que más de 200 familias se ven beneficiadas, así mismo sucede con la hotelería, gastronomía, transporte local, retail, producción audiovisual, agencias BTL, centros deportivos, clubes de corredores y otros, que se benefician directamente de este evento de ciudad y de país”.
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Los relojes deportivos también juegan un papel clave en el entrenamiento. Marcas como Garmin, Polar, Coros y los audífonos Shokz son los más utilizados para medir tiempos, ritmo y kilometraje. Y en cuanto a aplicaciones, la más popular es Strava, aunque también están Adidas Running, Nike Running y Training Peaks, esta última usada para seguir planes de entrenamiento con entrenador.
En ese orden, según los corredores consultados, tres nombres dominan el mercado del running en Colombia: Adidas, Asics y Nike. Aunque siempre han sido gigantes del deporte, en los últimos años han aumentado su apuesta por este nicho con clubes de running, activaciones, descuentos y estrategias con influenciadores y atletas élite.
Lo que antes era una actividad individual, hoy es una industria en expansión, impulsada por la fiebre de superarse kilómetro a kilómetro. Por ejemplo, Julián Camilo Londoño aprendió que correr no es solo sumar kilómetros o completar una maratón. Para él, el running es una terapia, una desconexión, una forma de vida que, además, está transformando la economía.
“Hace unos años solo se hablaba de dos o tres carreras grandes en Colombia: la Maratón de Medellín, la de Bogotá, la de Barranquilla o Cartagena. Hoy hay eventos en casi todas las ciudades principales e intermedias y todas son un éxito. Esto no tiene techo todavía”, dice el corredor bumangués de 29 años.
Y no es exageración. La fiebre del running ha convertido a las ciudades en auténticos escenarios de competencia, atrayendo miles de corredores y, con ellos, marcas, inversiones y un movimiento económico que impacta desde la industria del deporte hasta el turismo y el comercio local.
Julián agrega que el costo de correr va desde lo básico hasta lo premium, si se suma ropa, calzado, nutrición y entrenamiento, la inversión en un año puede superar los $3.000.000. “Pero también se puede hacer con lo básico: una inscripción, unos tenis y ropa, y con eso se puede gastar no más de $500.000”.
El running es tan caro como uno quiera. Quienes buscan mejorar marcas invierten en entrenadores, sesiones de fisioterapia (que cuestan entre $70.000 y $150.000 por sesión), zapatillas especializadas y suplementos energéticos, detalla Julián. Otros, en cambio, simplemente se calzan los tenis y salen a correr por la ciudad.
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El running, un motor económico en las ciudades
“Las marcas han entendido que las maratones, las medias maratones y las carreras cortas están creciendo y necesitan captar a ese público”, explica Julián.
Además del calzado, la industria del running se ha convertido en una plataforma para otras marcas que no están directamente relacionadas con el deporte, pero que ven una oportunidad en este fenómeno. Desde bebidas energéticas y nutrición deportiva hasta ropa casual y tecnología para medición de rendimiento, el ecosistema es cada vez más amplio.
Más allá de la inversión personal de cada corredor, las competencias están generando un impacto en las ciudades. Cada evento significa un movimiento de viajeros que llegan a participar, ocupan hoteles, consumen en restaurantes, compran en tiendas deportivas y dinamizan la economía local.
“El running es una plataforma de promoción para las ciudades. Cada vez que se organiza una carrera, la gente viaja, se mueve la economía, se generan empleos temporales y las marcas encuentran un canal directo para conectar con los consumidores”, dice Julián, quien ha corrido en diferentes países y ha sido testigo del crecimiento del running en la región.
Desde su experiencia en Colombia y en el exterior, Julián ve que la tendencia apenas está comenzando. “Lo interesante es que no ha tocado techo todavía. Cada año hay más carreras, más corredores, más inversión de marcas y más impacto económico. Y todo indica que seguirá creciendo”.
Si hay una carrera que los colombianos esperan con ansias, esa es CorreMiTierra. No solo por la emoción de los kilómetros recorridos, sino por el impacto que deja en cada ciudad que visita. Este 2024, la gira del festival de running movió $35 mil millones en Medellín, Bogotá y Barranquilla, confirmando que el deporte también es un motor económico.
Y los números hablan por sí solos: el evento creció un 45% en participación y un 55% en impacto económico frente al 2023. Para 2025, el festival de running promete seguir expandiéndose. La gira arrancará en Medellín el 27 de abril, seguirá en Barranquilla el 8 de junio y cerrará en Bogotá el 23 de noviembre. Pero hay más: dos nuevas ciudades en Colombia y un destino internacional están en la mira.
Gracias a esta iniciativa, solo este año en Medellín se crearán más de 3.500 empleos directos y 2.500 indirectos, contribuyendo al desarrollo económico local y fortaleciendo diversas cadenas productivas.
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