Como sucede en la industria audiovisual de cualquier país, hay un grupo de actores de la televisión nacional que son reconocidos por su amplia trayectoria y su talento frente a la cámara. Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo, estos rostros se van renovando y a la pantalla van llegando nuevas figuras con la promesa de ser tan grandes como sus ídolos.
Mateo Moreno es un joven actor de 27 años que en los últimos años ha participado en varias producciones nacionales como la segunda temporada de la serie sobre la vida de la cantante Arelys Henao, Los Billis, Escupiré sobre sus tumbas y, más recientemente, en Medusa, la última serie colombiana de Netflix.
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Su próximo proyecto será Titan, una película dirigida por Mike P. Nelson ambientada en la selva amazónica. En esta cinta, Moreno compartirá elenco con los actores Logan Marshall-Green –reconocido por su participación en la serie The O.C.– y el colombiano Juan Pablo Shuk, quien fue Fernando Escandón en Pasión de Gavilanes.
EL COLOMBIANO conversó con él sobre su experiencia en estas producciones y los proyectos por venir.
¿Cómo y cuándo supo que quería dedicarse a la actuación?
“Desde pelado me fascinaba el arte. Pintar, dibujar... Era un niño muy ‘plaga’, muy inquieto. Mis papás querían meterme a clases, pero yo decía que no, que lo hacía por pasión. Vivimos en Brasil, luego en Alemania, y cuando volvimos a Colombia, a Cali, empecé a notar que tenía una chispa para eso. Una profe, Remedios, me daba 15 minutos antes de la clase de inglés para hacer acentos, y ahí empecé a soltarme. Leía libros y los interpretaba en clase, Ulises, La vuelta al mundo en 80 días, hasta Borges.
Cuando terminé el colegio, comencé a estudiar derecho, pero sentía que estaba haciendo algo que me gustaba, pero que no me apasionaba. Me tomé seis meses para estudiar con una artista plástica que me había apadrinado que se llama Caty Cucalón, y un día, cuando ya había regresado a la universidad, acompañé a una amiga que estaba estudiando actuación a su academia. Ese día ingresé al lugar y resulta que estaban haciendo un casting. La directora, Sandra Naar –que ahora es mi manager– me preguntó que si quería participar y yo le dije que sí. Lo gané y con eso una beca en esa academia. Ahí empecé a estudiar actuación”.
¿Cómo fue su primera experiencia en una producción?
“Me salió el primer proyecto en el año 2019. Yo llevaba como 4 años estudiando en la academia, y me salió un proyecto con el canal Telepacífico. Grabamos una serie que se llama La mira de los condenados, que estaba basada en la masacre del Club Diners en 1982. Eso fue justo tres años antes de la masacre de Pozeto en Bogotá, en la que se basaron después para hacer el libro y la película llamada Satanás.
Fue una experiencia impresionante. Tuve la oportunidad de trabajar con gente súper tesa como Carlos Pagua, Fernando López y Juan Felipe Chaverra. Eso me permitió tener una perspectiva real de lo que es la actuación, la producción y todo el cuento, y fue mi primer acercamiento fuerte al medio profesional.
Pero el primer gran proyecto fue en 2022 cuando fui elegido para hacer parte del elenco de Los Billis, la serie de Amazon Prime. Ahí conocí una familia hermosa de actores de esta nueva generación de la televisión y ese fue un abrebocas a lo que yo quería seguirle apuntando en mi carrera”.
¿Cuál ha sido el desafío más grande que ha enfrentado en el inicio de su carrera?
“Yo creo que el desafío más grande es saber qué tipo de artista quiero ser. Hay muchas opciones para quienes trabajan y están en constante crecimiento, pero crecer implica salirse de la zona de confort. En mi caso, siempre quise acercarme al cine, contar historias desde esa perspectiva.
Cuando hice teatro por primera vez, entendí que los tres lenguajes —el teatral, el cinematográfico y el televisivo— tienen su propia verdad. Lo que cambia es la forma en que se trabajan. En el teatro, mi energía tiene que llegar hasta la última fila; en el cine, todo es más contenido, porque la cámara capta hasta el más mínimo gesto.
No se trata de cuál es más veraz, sino de entender las herramientas de cada uno. Al final, la competencia es con uno mismo. Hay gente muy talentosa, claro, pero lo clave es mantenerse constante, porque esta carrera es hermosa, pero también tiene mucha incertidumbre”.
¿Qué actores y producciones colombianas le gustan?
“Me encanta lo que están haciendo con Cien años de soledad, especialmente el trabajo de Dinamo en producción, me parece espectacular. También me gustó mucho Secuestro del vuelo 601, lo que hizo Camilo Prince ahí fue tremendo, y El robo del siglo me fascinó.
Siento que estamos contando historias de alto nivel, con actores impresionantes. Admiro mucho el trabajo de Christian Tappan, Juan Pablo Urrego, Andrés Parra, Marcela Benjumea... en general, admiro a muchísimos actores, tanto de la vieja guardia como de los más contemporáneos y los nuevos que vienen pisando fuerte.
Además, disfruto mucho el teatro. Siento que en Colombia hay un nivel de talento realmente impresionante”.
¿Qué metas a corto plazo tiene en la actuación y cómo se proyecta en 10 años?
“La meta a corto plazo que deseo cumplir es un protagónico en una serie internacional. Trabajo para eso con todo el amor, porque el arte es mi motor de vida.
A largo plazo, me imagino tranquilo, viviendo con mi familia, con mi novia —esposa en ese entonces, si Dios quiere—, con mis hijos. También quiero seguir ayudando y guiando desde lo que he aprendido, y continuar con un proyecto que inicié hace unos años en Cali: una fundación que trabaja con el anciano abandonado y con los samaritanos de la calle, transformando realidades a través del arte”.