Dice el antropólogo Luis Vidal que escribir un libro sobre lo que se come en Bello es resultado de la intención de dejar a un lado aquella percepción negativa que, en parte debido a la violencia, pesa sobre el segundo municipio más grande del Valle de Aburrá. Porque, aunque en allí hay diez municipios, no todos comparten las mismas tradiciones, aunque a simple vista parezcan muy similares: si uno presta la suficiente atención, se dará cuenta de que la cultura es distinta y que los sabores también lo son.
La historia de lo que se prepara en Bello está descrita en Sabor y tradición: El patrimonio cultural bellanita, el libro que escribieron Luis Vidal, el también chef bellanita Esteban Ortiz Gallego, el ingeniero Juan Pablo Ramírez y Brayan Montoya. Cuentan Vidal y Ortiz que, para poder entender por qué en el municipio del norte del Valle de Aburrá se come lo que se come, primero hay que comprender su localización e historia.
Uno de los datos curiosos es que, de los 149 kilómetros cuadrados que conforman la superficie total de Bello, el 80% es zona rural, en la cual se siembra papa, cebolla de rama y hasta café. En el campo y al borde de carretera —por ejemplo, en la vía que conecta a San Félix con San Pedro— se encuentran algunas de las preparaciones más tradicionales, como los sancochos, sudados o fríjoles —que los investigadores mencionan como alimento transversal de la gastronomía antioqueña—, preparados en leña. También los productos derivados de la leche, como el queso o la mantequilla, o de panadería, como el pandequeso, y hasta sus combinaciones, como la mazamorra pilada, categoría en la que se destaca la de Toneles, restaurante ubicado en el camino hacia San Pedro. Incluso se consume trucha, gracias a los diversos establecimientos dedicados a la producción de este pez en establecimientos como Las Huertas y Potrerito.
Si uno baja al casco urbano, la historia y el plato cambian. Por una parte, lo que hicieron los investigadores fue resaltar aquellos lugares que han marcado la memoria de los paladares bellanitas. Uno de ellos es Casa Vieja, ubicado cerca del Parque de Bello, que abrió hace casi dos décadas y desde entonces se ha convertido en un referente de la comida típica antioqueña en el municipio. Los platos que allí se destacan son la bandeja paisa, los fríjoles rancheros y, según el antropólogo Vidal, también vale la pena probar el calentado.
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