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La batalla por la hegemonía está intacta

La actitud errática e irreverente de Donald Trump ha creado un vacío de defensa de valores políticos tradicionales que China se está apresurando en enarbolar a su favor.

hace 7 horas
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  • La batalla por la hegemonía está intacta

Por Beatriz de Majo - beatrizdemajo@gmail.com

Marco Rubio lo señaló hace poco cuando afirmó que estamos asistiendo no a una batalla entre dos hegemones sino a una redistribución de nuevos centros de poder en varias partes del planeta. Para el jefe del Departamento de Estado no hay tal cosa como una batalla por un dominio unipolar entre China y Estados Unidos, sino un enorme reacomodo del que resultará un sistema global caracterizado por lo transaccional de todas las decisiones y con varios grandes actores en la escena.

El político republicano tendría razón si no fuera porque a la cabeza de las dos grandes potencias, sus líderes están obcecados en la consolidación de áreas de influencia indisputables- las de su dominio histórico- al tiempo que se empeñan en ganar más y más espacio en los escenarios globales. Es un pecado común a ambos mandatarios. Ni Xi Jinping se contenta con un dominio contundente y exclusivo sobre Asia, así como Donald Trump tampoco considera que la gravitación estadounidense en el mundo occidental resulta suficiente para sus aspiraciones.

Julian Gewirtz, quien se desempeñó como Director de Asuntos Chinos y de Taiwan en el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos durante la administración de Joe Biden va más lejos cuando sostiene la tesis de que, cada uno en su parcela, usa su poder y su influencia, pero no para beneficiar y cooperar con otros. Su principal inquietud es la de potenciar la seguridad propia, impulsar su prosperidad y, en definitiva, ejercer más poder.

Lo anterior coloca al mundo frente a una realidad confrontacional que tiene lugar no solo entre dos colosos de inmensa talla, sino entre varios ejes que se disputan primacías absolutas. Pero para alcanzar y mantener estos liderazgos es indispensable intervenir en el área de influencia del otro y, desde luego, molestar sus conveniencias.

El escenario de la batalla por el poder económico ya en marcha en el mundo entre los dos titanes ahora incluye- a raíz de la política comercial y de búsqueda de reequilibrio interno de Trump- al resto del planeta. Las guerras en curso han puesto de relieve la importancia vital del poder militar, de la influencia decisiva de la disponibilidad de energía fósil y lo determinante del manejo adecuado de las cadenas de suministro más el dominio del ”nearshoring”.

La actitud errática e irreverente de Donald Trump ha creado un vacío de defensa de valores políticos tradicionales que China se está apresurando en enarbolar a su favor. Hablo de equidad y consideración en el trato, respeto por las normas, consistencia en el discurso.

La revista Foreign Affairs lo pone de relieve cuando afirma que la administración Trump está brindando a China “un espacio sin precedentes para presentarse como defensora y reformadora del orden existente. Esto le permite ganar mayor influencia en las instituciones existentes, explotar el miedo y la incertidumbre para acercar a Pekín a antiguos socios estadounidenses y construir sus propias instituciones y relaciones alternativas, incluso mientras continúa violando las normas internacionales”.

El futuro del orden internacional está en juego, no cabe duda. Cada uno de los dos grandes va a explotar estratégicamente las debilidades del otro y desarrollará capacidades para hacerse fuerte en áreas geográficas en el que el contendor mantiene liderazgo. Es el caso de Pekín conquistando Europa y Latinoamérica y de Washington insertándose, por los resquicios y a cualquier precio, en la región asiática, África y...Rusia!

El vaticinio de Marco Rubio está comenzando a tomar forma, pero no es para mañana. De la batalla entre China y Estados Unidos queda aún mucho por ver.

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