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Por Angélica Quiroga* - Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

Sin equidad no hay paz:

sin inclusión no hay futuro

hace 3 horas
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  • Sin equidad no hay paz: sin inclusión no hay futuro
  • Sin equidad no hay paz: sin inclusión no hay futuro

Por Angélica Quiroga* - Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

En Colombia, la violencia no siempre se manifiesta con armas ni en campos de batalla. A menudo adopta formas silenciosas y persistentes, como la violencia estructural. Este concepto, acuñado por Johan Galtung, describe cómo ciertas estructuras sociales perpetúan desigualdades y condenan a millones de personas a vivir sin acceso real a educación, salud o desarrollo. Es una violencia que deja territorios enteros marcados por la exclusión y el rezago.

En este contexto, la pobreza, no es solo falta de ingresos; es la expresión más cruda de esta violencia institucionalizada. Según el DANE en 2024, 2,8 millones de personas en zonas rurales viven en condiciones de pobreza multidimensional, reflejo de una histórica incapacidad para distribuir oportunidades con justicia.

La desigualdad se intensifica cuando se cruzan otras variables. Las mujeres rurales enfrentan barreras estructurales para acceder a educación, trabajo formal y servicios básicos, además de cargar con el peso del cuidado no remunerado, invisible y naturalizado. En 2023, un estudio de ONU Mujeres y el DANE mostró que por cada 100 hombres en condición de pobreza había 121 mujeres. En el Valle del Cauca, esa brecha fue aún más marcada, con 138 mujeres por cada 100 hombres. Cuando pobreza, género y ruralidad se entrelazan, la desigualdad se convierte en una trampa estructural difícil de romper.

Hablar de desarrollo sin hablar de equidad es desconocer la magnitud del reto. Las empresas tenemos el poder - y la responsabilidad - de transformar realidades. Más allá de la rentabilidad, debemos tomar decisiones valientes que pongan la justicia social en el centro. En un país con profundas desigualdades, el sector empresarial no puede ser un espectador pasivo; debe ser actor clave en la construcción de paz territorial.

Porque la paz no es solo el fin del conflicto. Es también la que se construye día a día en los territorios, con oportunidades reales que transforman vidas. En Incauca, lo vivimos con iniciativas como Mujeres Cosechando Futuro, donde mujeres del norte del Cauca se formaron y vincularon laboralmente como operadoras de maquinaria agrícola, un oficio antes exclusivo de hombres. Hoy, sus ingresos han aumentado más de un 170% y se son referentes en sus comunidades. Pero su impacto va más allá de lo económico: al romper estereotipos de género, están abriendo camino para nuevas generaciones. Son ejemplo vivo de que es posible hacer las cosas de diferente, inspirando a niñas y adolescentes a imaginarse en espacios que antes les eran ajenos.

La inclusión no es un favor ni un gesto simbólico; es una estrategia con retorno social, político y económico. Si no colocamos la equidad en el centro de las decisiones empresariales, quedamos al margen de la historia que ya se está escribiendo.

Trabajar con propósito significa actuar donde más se necesita. El futuro sólo será sostenible si los y las colombianas tienen las mismas oportunidades. El verdadero liderazgo empresarial se mide por su capacidad de transformar vidas. Sin equidad no hay paz, y sin inclusión no hay futuro. El mañana se construye hoy.

*Directora de Sostenibilidad Incauca

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