El fallecimiento del papa Francisco este lunes abrió oficialmente un periodo de sede vacante en la Iglesia católica. Con ello, se inicia la espera por un nuevo cónclave que elegirá al próximo pontífice.
En medio de la incertidumbre, han comenzado a circular en redes sociales, blogs y medios de comunicación en Colombia algunas listas de “posibles papas” generadas por herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT y Gemini, plataformas de OpenAI y Google, respectivamente.
Los nombres que suelen aparecer en estas listas no son extraños: Pietro Parolin, actual Secretario de Estado del Vaticano; Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y enviado especial de paz; Luis Antonio Tagle, cardenal filipino con amplia trayectoria pastoral; o Peter Turkson, cardenal ghanés y voz reconocida en asuntos de justicia social.
Sin embargo, aunque estos nombres tienen peso real dentro del Colegio Cardenalicio, presentarlos como “los elegidos por la IA” resulta engañoso.
Una práctica anti-periodística, no predictiva
La inteligencia artificial generativa no tiene acceso a información confidencial del Vaticano ni a los criterios internos del cónclave. Su funcionamiento no se basa en pronósticos verificables, sino en el análisis estadístico de textos previamente publicados.
Cuando un modelo como ChatGPT o Gemini ofrece nombres, no está “adivinando” el futuro, sino repitiendo patrones extraídos de bases de datos públicas y medios de comunicación.
Por otro lado, desde el punto de vista profesional, presentar estos listados como predicciones válidas sin explicar cómo funciona la IA es una práctica anti-periodística, pues trivializa un proceso espiritual, cerrado y complejo, como lo es la elección de un nuevo papa, y genera una falsa sensación de certeza a los lectores.
Ramon López de Mántaras, pionero en estudios sobre IA y fundador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC en España, aclara que los sistemas actuales de IA generativa “no son realmente inteligentes”.
En una entrevista reciente con El País, explicó que estos modelos carecen de consciencia, comprensión del contexto y capacidad de razonamiento genuino: “La consciencia y la inteligencia solo se pueden dar en seres vivos”, afirmó.
Además, el especialista subraya que usar estas herramientas sin una comprensión clara de sus límites puede ser peligroso, en especial si se emplean para “predecir” asuntos que involucran procesos complejos, decisiones humanas y factores espirituales, como la elección papal.
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A esto se suma el reciente informe de NewsGuard que demostró cómo varios chatbots de IA replicaron bulos propagados por el gobierno ruso durante pruebas de desinformación, fallas que exponen los riesgos reales de tratar a la IA como fuente confiable de predicciones.
Al final, incluso si alguno de los nombres sugeridos por estas plataformas llegara a ser elegido como nuevo pontífice, no se trataría de una predicción acertada, sino de una coincidencia razonable. La mayoría de estos nombres ya circulan en medios especializados y reportes vaticanos. Decir que “la IA acertó” sería atribuirle poderes proféticos a un simple índice de popularidad.