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Elegir por uno mismo

¿Qué quiero de verdad en mi día a día? ¿Con quién quiero comer, cuánto tiempo quiero quedarme en un sitio? ¿Quiero viajar? Esas son algunas de las preguntas que se planteó la ex primera dama Michelle Obama.

hace 36 minutos
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  • Elegir por uno mismo

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

La rumorología llevaba ya un par de meses activa y bien engrasada. Se murmuraba que Michelle y Barack Obama estaban al borde del divorcio porque ella no se dejaba ver desde hace mucho y lo peor es que había permitido que su marido asistiera solo a dos eventos públicos importantes. Según la opinión de muchos, no podía existir otra explicación.

Pero resulta que la interesada habló y no solo acabó con este chismorreo sino que abrió una conversación sumamente interesante sobre lo que significa para una mujer madura escoger por sí misma y tomar sus propias decisiones. Y si bien su testimonio viene de una situación excepcional como lo es el ser esposa de un presidente de Estados Unidos y haber vivido en la Casa Blanca durante ocho años, las preguntas que se ha planteado apelan a millones de mujeres.

El perfil es el siguiente: mujer que se acerca a los 60, activa física e intelectualmente, que después de haber ejercido su profesión, formado una familia y otorgado muchas concesiones para apoyar a su pareja, se enfrenta a una nueva etapa de su vida. Los hijos, si los tuvo, ya se han ido de la casa, probablemente ya no tiene que hacerse cargo del cuidado de sus padres y ahora tiene tiempo para pensar en lo que quiere hacer los próximos 20 o 30 años que tiene por delante.

¿Qué quiero de verdad en mi día a día? ¿Con quién quiero comer, cuánto tiempo quiero quedarme en un sitio? ¿Quiero viajar? Esas son algunas de las preguntas que se planteó la ex primera dama. Porque tener capacidad de decisión y ejercerla comienza con pequeños gestos. Si las decisiones anteriores estaban basadas en las personas que tenía alrededor, ahora ha llegado el momento de elegir lo mejor para sí misma. Con un egoísmo sano que no le quita ni una sola pizca de amor por su familia.

Y esto apela a muchas mujeres. Basta mirar alrededor. Las hay que deciden hacer ese máster de escritura que siempre postergaron, presentarse al taller de un famoso maestro de cerámica para trabajar como aprendices, recorrer los puntos de la geografía colombiana que solo habían visto en un mapa o simplemente quedarse en casa disfrutando la reconquista de su propio espacio.

Seguirán siendo madres, esposas o de pronto abuelas, pero con otra mirada. Con la certeza que da el ser conscientes sobre la fugacidad del tiempo y la satisfacción de no tomar decisiones desde la culpa, desde el deber ser.

Que Michelle Obama no asistiera al funeral del expresidente Jimmy Carter, ni tampoco a la toma de posesión de Trump, levantó toda clase de rumores. Muchos de aquellos que vieron al presidente Obama sin su esposa en esos actos públicos, concluyeron que había llegado el fin de su relación. Será un tema de costumbres, puede que sí.

Pero ella lo ha explicado de otra manera: “Lo que hice este año fue un gran ejemplo de ser yo misma. Elegí lo mejor para mí, no lo que debía hacer, no lo que pensé que otra gente quería que yo hiciera”. Y esa explicación es la que entendemos muchas otras mujeres.

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