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Entenderá así el lector mi sorpresa al descubrir que, en el World Happiness Report de 2025, el que alguna vez fue el segundo país más feliz del mundo apareció en el puesto 61 del escalafón.
Por David González Escobar - davidgonzalezescobar@gmail.com
De los primeros años del colegio, dentro de la mezcolanza de cosas que muchas veces se agrupaba bajo el nombre de “Sociales”, recuerdo con nitidez que me quedaron grabados dos datos que, por mucho tiempo, asumí como verdades incontrovertibles: i) que el himno de Colombia era el segundo más bonito del mundo, solo superado por la Marsellesa, y ii) que Colombia era, coincidentemente, también subcampeón en otra métrica: éramos el segundo país más feliz del mundo, acechando en el ranking a una remota isla del Pacífico llamada Vanuatu.
Por más que me he esforzado, jamás he logrado encontrar la “fuente primaria” que dio origen al mito —muy propio de la tradición leguleya del país— de que Colombia tenía el orgullo de poseer el segundo himno más hermoso del mundo. Lo único medianamente concreto que encontré, en contraste, fue un ranking de The Telegraph de 2012 sobre los peores himnos nacionales, en el cual el de Colombia aparecía en un deshonroso sexto lugar, lejos del indiscutible líder: Corea del Norte.
Lo que sí pude verificar, en cambio, fue el origen del otro mito colegial: en el Índice Happy Planet de 2006, Colombia figuró, con un puntaje de 53, como el segundo país más feliz del mundo, apenas por detrás de los cerca de 200 mil habitantes de Vanuatu, y seguido por Costa Rica, Panamá y República Dominicana. Entenderá así el lector mi sorpresa al descubrir que, en el World Happiness Report de 2025, el que alguna vez fue el segundo país más feliz del mundo apareció en el puesto 61 del escalafón. Muy lejos de los campeones nórdicos —Finlandia, Suecia y Noruega—, pero también rezagado frente a buena parte de América Latina y el Caribe: colombia fue superada por Costa Rica, México, Belice, Uruguay, Brasil, El Salvador, Panamá, Argentina, Guatemala, Chile, Nicaragua y Paraguay.
Sí, hasta Paraguay.
El primer impulso sería dudar de la metodología: al fin y al cabo, la felicidad es un concepto subjetivo, resbaladizo, y cualquiera podría inventarse un índice distinto que arroje conclusiones opuestas. Pensaría uno. Pero el resultado no es una rareza exclusiva del World Happiness Report. También en el índice Happy Planet de 2021 —el mismo que, hace casi dos décadas, convirtió a Colombia en protagonista de titulares celebratorios y portadora del curioso diploma de uno de los países más felices del mundo— la historia cambia radicalmente: Colombia ocupó entonces el puesto 47, una de las caídas más abruptas en la historia de esa medición. Costa Rica, que en 2006 aparecía detrás nuestro como tercero, en 2021 figuró de cuarto.
¿Qué le pasó al segundo país más feliz del mundo?
Curiosamente, a pesar de que en muchas métricas como ingreso por habitante y pobreza monetaria Colombia se encuentra objetivamente mejor que hace 20 años, dentro de la metodología de Happy Planet, la autopercepción de felicidad por parte de los colombianos ha caído en un 20%. No se trata tampoco del fin del mundo: a los índices de este estilo no les faltan críticas, en particular al Happy Planet, donde se sobreponderan, curiosamente, las emisiones de CO₂ como criterio para la felicidad. Sin embargo, nunca habría pensado yo que, entre los mitos con los que crecí luego de aprenderlos en primaria, la leyenda de las estrofas de Rafael Núñez compitiendo con la Marsellesa sería el que mejor envejecería con el tiempo...