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La “soltería bolivariana”

Pero el sacrificio de Bolívar es inmenso y no seriamos nada sin él. En 1828 Bolívar confesó: “Si no hubiera enviudado, quizás mi vida hubiera sido otra”.

hace 1 hora
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  • La “soltería bolivariana”

Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co

Hoy hace 223 años en Madrid, contraía nupcias nuestro libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, con María Teresa Josefa Antonia Joaquina Rodríguez del Toro y Alayza en la desaparecida iglesia de San José, construida en terrenos del Palacio de los Duques de Frías por el piadoso XI duque, Bernardino Fernández de Velasco, que decidió convertir en capilla un pequeño teatro del entonces palacio; que estaría hoy en la esquina de la calles de Gravina y La Libertad, en la “iridiscente” zona de Chueca, en el barrio de Justicia. Actualmente no hay capilla sino un edificio de apartamentos en cuyos primeros pisos existe una barbería, una oficina inmobiliaria y un herbolario. Tampoco apostaría por la existencia real de la justicia y la libertad en España bajo el nefasto gobierno del manilargo Pedro Sánchez, camarada del alucinado marxista con ánimo de lucro que desgobierna a Colombia.

Simón Bolívar, en versión corta por falta de espacio y no por confianzudo, fue enviado a sus 16 años a Europa para continuar sus estudios, aunque su viaje demoró más de lo previsto por el asedio de los barcos ingleses a La Habana. Al poco tiempo de su llegada a Madrid y en casa de su “tutor”, el marqués Jerónimo de Ustáriz y Tovar, conoció a María Teresa, 20 mesecitos mayor que él. El que luego sería el enemigo de la conquista española, quedó conquistado por la joven María Teresa, la niña de los ojos y preferida hija de su padre viudo, Bernardo Rodríguez del Toro Ascanio. Se ennoviaron formalmente en agosto de 1800, aunque el sudaca Simón no es que le hubiese caído en gracia a don Bernardo que se llevó su hija a Bilbao y a París, a donde el persistente joven americano la siguió. Rendido don Bernardo, no tanto por la constancia de Simón sino por su gran fortuna, accedió luego de dos años a entregar a su hija al alienígena del nuevo mundo.

El corazón de Simón estaba invadido voluntariamente por su amada María Teresa, a quien describía como “una joya sin defectos, valiosa sin cálculo”. En esa época sabían hablar y decir cosas bellas a las mujeres, y además no era pecado, porque ahora un piropo elegante es casi un intento de violación. La joven pareja cruzó el atlántico y llegaron a la “Casa Grande” del ingenio Bolívar en San Mateo, estado de Aragua, pero la zona tórrida no sería buena para doña María, quien contraería “fiebres malignas” y luego de 8 meses de casada, moriría dejando devastado a Simón, que dijo: “Quise mucho a mi mujer” “yo la he perdido y con ella la vida de dulzura”, y juró que nunca volvería a casarse, cosa que cumplió hasta el día de su muerte, a pesar de que sería un goloso y multinacional conquistador de damas en su marcha libertadora y “nueva soltería” de 27 años siguientes.

Pero el sacrificio de Bolívar es inmenso y no seriamos nada sin él. En 1828 Bolívar confesó: “Si no hubiera enviudado, quizás mi vida hubiera sido otra; no sería el general Bolívar ni el Libertador, aunque convengo en que mi genio no era para ser alcalde de San Mateo”.

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