Con un registro inicial de 20 personas fallecidas, comenzó el trágico conteo de víctimas en Asia, luego del terremoto de 7,7 grados que afectó a Birmania, China y Tailandia este viernes.
“Por el momento, unas 20 personas murieron tras llegar a nuestro hospital. Muchas personas más resultaron heridas”, declaró un médico del hospital general de Naipyidó, en Birmania, que cuenta con un millar de camas.
Ante la saturación del hospital, muchos heridos fueron atendidos fuera del recinto, en el suelo o en camillas improvisadas. Algunas víctimas gritaban de dolor y otras yacían en el suelo, con vías intravenosas en el brazo, mientras eran consoladas por sus familiares.
El jefe de la junta de gobierno Min Aung Hlaing visitó el hospital, constataron periodistas de la AFP.
El epicentro del sismo se situó a 16 kilómetros de la ciudad de Sagaing, en Birmania, a una profundidad de 10 km, indicó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
El terremoto fue seguido de una fuerte réplica de magnitud 6,4 en la misma zona unos minutos después, también a una profundidad superficial de 10 km.
Se teme que el número de víctimas se vaya incrementando, no solo por la gravedad de las lesiones que tienen las personas internadas en hospitales, sino porque hay gente atrapada bajo los escombros.
La sacudida rompió carreteras, que quedaron surcadas por profundas grietas, derrumbó edificios y arrasó el conocido Puente Ava.
El nivel de devastación obligó a la junta militar que gobierna el país a lanzar un inusual pedido de ayuda internacional y a declarar el estado de emergencia en seis regiones.
La Unión Europea, Francia e India ya expresaron su disposición a enviar ayuda.