Segundo día de cónclave en el Vaticano. Este jueves, los 133 cardenales con derecho a votar y ser elegidos se encerraron nuevamente en la Capilla Sixtina desde las 10:30 de la mañana, hora local (3:30 a.m. hora de Colombia) para continuar con las rondas de votación para elegir al sucesor del papa Francisco.
En total, son cuatro las rondas de votación: dos en la mañana –una de ellas ya comenzó– y otras dos en la tarde las que podrían definir quién será el nuevo jerarca de la Iglesia católica.
¿Cómo votan los cardenales?
Sentados en mesas con 13 sillas cada una, los cardenales reciben papeletas rectangulares con la inscripción Eligo in Summum Pontificem que en español significa “Elijo como Sumo Pontífice” y un espacio en blanco debajo. Los votantes escriben el nombre de su candidato a mano, “con caligrafía lo más clara posible”, y doblan la papeleta. En teoría, está prohibido que un cardenal emita el voto por sí mismo.
Cuando ya cada cardenal haya escrito su voto, llega la hora de dirigirse por turnos al altar, “sosteniendo su papeleta en el aire para que sea bien visible y pronuncia en voz alta el siguiente juramento en latín: ‘Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido’”, detallan desde AFP.
Acto seguido, deposita su papeleta en un plato y la desliza en la urna frente a los escrutadores, se inclina ante el altar y vuelve a su silla. Una vez recogidas todas las papeletas, un escrutador agita la urna para mezclarlas, las transfiere a un segundo recipiente y luego otro las cuenta.
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Dos escrutadores anotan los nombres, mientras que un tercero los lee en voz alta y perfora las papeletas con una aguja en el punto en el que se encuentra la palabra “Elijo”. Los revisores verifican que no haya errores.
Las papeletas y las notas tomadas por los cardenales se queman en una estufa cada dos rondas de votación. La Capilla Sixtina cuenta con dos estufas conectadas a la misma chimenea de la que sale la única indicación de lo que ocurre en el interior.
En una estufa, la más antigua, se queman las papeletas de votación y las notas de los cardenales. La otra, más moderna, sirve para anunciar el resultado de la votación. De esta última, con ayuda de productos químicos, sale humo negro (si los cardenales no llegan a un acuerdo) o blanco, cuando se ha elegido a un nuevo papa. La chimenea es visible por los fieles desde la plaza de San Pedro.
Si pasan tres días y no se ha logrado el nombramiento de un pontífice, la votación se suspende para un día de oración.