La noche del 2 de noviembre, en la que Los Ángeles Dodgers levantaron el trofeo en terreno de los Toronto Blue Jays, fue más que un simple evento deportivo. Desde que lanzaron la primera bola en el séptimo juego, la final se convirtió en un espectáculo global.
Con estrellas de talla mundial como Shohei Ohtani en la alineación de Los Dodgers, una batalla cazada en entradas extras y audiencias de más de 25 millones de personas, el acontecimiento evidencia cómo las grandes finales deportivas se están transformando en fenómenos de entretenimiento, marketing y publicidad. Le contamos por qué las finales, como las de la MLB o la NBA, se han vuelto todo un éxito mundial.
La final de la MLB ya comenzaba con un escenario perfecto: dos equipos de altos perfiles deportivos, enfrentándose en el juego decisivo de una serie al límite. Tanto Los Dodgers como los Blue Jays dieron vida a una remontada impresionante, momentos de alta tensión y un desenlace que se prolongó hasta la onceava entrada, cuando Will Smith conectó el jonrón que selló el título.
En Estados Unidos, el partido registró un promedio de 25,98 millones de espectadores en las plataformas de Fox y Fox Sports, según los analistas de audiencia Sports Media Watch. En Canadá, la transmisión de Sportsnet alcanzó un promedio de 10,9 millones de televidentes, con picos hasta 14 millones durante la novena entrada.
En definitiva, sin contar otros mercados televisivos, el evento ya movía millones de personas. A ello se suma que la postseason de la MLB en 2025 está promediando 4,8 millones de espectadores en EE.UU., lo que representa un aumento del 13% respecto al año anterior, según datos de la propia Liga.
El atractivo global de este tipo de finales se explica por una confluencia de factores. Primero, la presencia de figuras de alcance internacional como Ohtani o Yoshinobu Yamamoto. No son únicamente las figuras japonesas, sino que la inclusión de diversas nacionalidades, amplía el alcance fuera de Norteamérica. En segundo lugar, está la narrativa del evento. La más reciente final tuvo un desenlace épico: una serie decidida en siete partidos, con dramas, remontadas y entradas extras, lo cual genera momentos imperdibles que atraen tanto al fanático del deporte como al espectador ocasional.
Finalmente, y tal vez la más importante, la dimensión del espectáculo mediático. El juego decisivo no solo se transmite en tv, sino por servicios de streaming y redes sociales; y cuenta con un grueso de publicidad y branding que lo convierten en un espacio en el que confluyen el deporte, el entretenimiento y el consumo.
El propio comisionado de la MLB, Rob Manfred, reconoció que el éxito global de la Serie Mundial es fruto de una estrategia deliberada de internacionalización: “Seguimos atrayendo a los mejores jugadores del mundo para que jueguen en la MLB. Tuvimos audiencias inverosímiles en Corea y Japón el año pasado, y durante esta Serie Mundial la audiencia en Asia rivalizó con la de Estados Unidos y Canadá”. Señalo Manfred en una entrevista con MLB Network. Para él, el béisbol vive “su momento más global” gracias a la expansión de transmisiones, giras internacionales y la presencia de estrellas que rompen fronteras.
La NBA: un ejemplo perfecto de show mediático
En las finales de 2025 de la NBA, el juego siete, en particular, rondó los 16,4 millones de espectadores, siendo el más visto en la Final de la NBA en seis años. Esto evidencia, que incluso cuando la audiencia “tradicional” baja, el valor del evento como gran escaparate permanece y crece. Regresando a la MLB, la audiencia pico del partido siete fue de 31,5 millones entre las 11:30 y las 11:45 p. m.
En el juego siete de la final entre los Oklahoma City Thunder y los Indiana Pacers, disputado el domingo 22 de junio de 2025, el estadio reportó una asistencia de 18.203 personas. Según datos oficiales del torneo, aquel encuentro registró un promedio de audiencia televisiva de 16,35 millones de espectadores en EE. UU., con un pico que rozó los 19,28 millones en el tramo entre las 9:45 y 10:00 p.m. En total, la serie de siete partidos promedió cerca de 10,27 millones de espectadores por juego en EE. UU.
Los ingresos por publicidad nacional para la serie alcanzaron aproximadamente $288 millones de dólares, un aumento del 56 % respecto al año anterior. Y en redes sociales la interacción también explotó. La liga informó más de 5 mil millones de vistas durante los partidos de la final.
El comisionado de la NBA, Adam Silver, explicó en conferencia de prensa posterior al campeonato, que el atractivo de estas finales también trasciende el básquet. “Si eres fanático del juego de baloncesto, por definición querrás sintonizar las Finales porque esta es la mejor versión del deporte que se está jugando”, aseguró. Además, Silver insinuó la posibilidad de llevar futuras finales fuera de Estados Unidos: “Simbólicamente, tener nuestras primeras Finales en otro país puede tener un gran impacto en lugares donde siguen la NBA pero no tienen equipos, ya sea en Asia o Latinoamérica”. Esta visión refleja el interés de la liga en consolidarse como un producto cultural global, más allá del mercado norteamericano.
Desde el ámbito mediático, Sports Business Journal analizó que la fórmula del éxito no está solo en el deporte, sino en el ecosistema que lo rodea. “Las finales ya no son el clímax competitivo de una temporada; son el equivalente moderno de un festival cultural. Marcas, artistas y deportistas confluyen en un mismo espectáculo donde todo lo que ocurre genera contenido, atención y rentabilidad”.
Volviendo a la final de la Serie Mundial, se podría decir que esta conjunción alcanzó un punto cenit con una franquicia con marca global como Los Dodgers, un rival internacional como los Blue Jays, una batalla de alto dramatismo, protagonistas internacionales (Ohtani, Yamamoto, Smith, etc.), un pico de audiencia que avanza hacia los 30 millones solo en EE. UU., y audiencias récord en Canadá que suman otros millones.
A ello se añade una cobertura mediática que se retroalimenta antes del partido, durante y después. El efecto “todos lo vimos” pasa a ser parte de la conversación cultural. Y ese es el motor, cuando el deporte se convierte en memoria colectiva, en tema de conversación global, en trending topic, entonces la interacción deja de ser solo del fanático y se convierte en social.
Hace unos años, ver 25 millones de personas en un partido de béisbol se consideraba extraordinario. Ahora, con audiencias que lo igualan o superan en otros deportes, se reafirma que estas finales se han convertido en fenómenos transversales. Y mientras las plataformas evolucionan, los jugadores ganan mayor estatus global y la capacidad de amplificación en redes sigue ascendiendo, este tipo de eventos seguirán escalando en visibilidad e impacto.
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