Cuando terminó la final del Mundial Sub-20 de Chile, pasaban las dos de la mañana en Marruecos, país del norte de África que se consagró campeón del torneo. Sin importar la hora, las calles de Rabat, capital de esa nación, se llenaron de ríos de personas celebrando el título que consiguieron tras vencer 2-0 al seleccionado argentino.
El doblete de Yassir Zabiri, delantero que pertenece al registro del Famalicão portugués, le dio al seleccionado marroquí su primer título mundial en todas las categorías. Por eso, la celebración fue eufórica, aunque sin licor —pues, por motivos religiosos, su consumo está prohibido en el país—. Esa fue la razón por la que los futbolistas, tras el final del duelo, festejaron entre lágrimas.
Zabiri, quien terminó como uno de los goleadores de la Copa del Mundo con cinco tantos (al igual que el colombiano Néiser Villarreal), celebró con mayor euforia. Tenía una razón especial, personal: su club no quería dejarlo asistir al torneo. Sin embargo, él manifestó su deseo de hacerlo y estuvo dispuesto a correr el riesgo de quedarse sin contrato. Antes de viajar a Chile, aseguró que regresaría siendo campeón con Marruecos y que, después, se ganaría un puesto en la titular del Famalicão, según manifestó el técnico Mohamed Ouahbi tras el juego.
¿Quién fue la figura de Marruecos en el Mundial?
El futbolista cumplió la primera parte de su promesa. Ahora deberá trabajar en el equipo portugués para hacer realidad la segunda. Sin embargo, eso fue lo que menos le preocupó durante la noche chilena del domingo, después de levantar el título.
Zabiri fue uno de los hombres que festejó abrazándose en un círculo con sus compañeros en el camerino del estadio. También estuvo presente cuando, al salir hacia el hotel, la delegación marroquí permitió que el conductor del bus que los transportó al duelo definitivo se tomara una foto con la copa.
Mientras todo eso ocurría en Sudamérica, a más de 9.900 kilómetros, los marroquíes festejaban el campeonato de su selección, que ratificó que en los últimos años vienen haciendo las cosas bien en el fútbol, su deporte nacional, casi una religión para ellos.
¿Cuál fue el vaticinio de Carlos Bilardo?
“Yo dije en 1975, cuando fuimos a jugar una Copa Mohammed a Marruecos, que el futuro del fútbol está ahí. No en Europa, ni en Sudamérica. En Buenos Aires no se juega al fútbol. En el interior sí. En Italia, no se juega tanto. En Alemania, tampoco. En África, por el contrario, lo disputan en todos lados. Tienen países fuertes como Nigeria, Camerún, Sudáfrica, Marruecos y Túnez, donde hay técnica y pasión”, aseguró.
No le faltó razón. En Marruecos se han hecho grandes esfuerzos para obtener resultados. En Salé, ciudad de ese país, construyeron un complejo deportivo que costó más de 60 millones de euros, llamado Mohamed VI, donde actualmente se juegan partidos del Mundial Femenino Sub-17. Mientras tanto, han encontrado en referentes como Achraf Hakimi ejemplos a seguir, y los clubes europeos se fijan cada vez más en sus jóvenes futbolistas, quienes ahora tienen el premio de ser campeones del mundo.