En la Milán de la moda, el arte, la estética, hubo más de dos horas exquisitas de fútbol que, ni la Piazza del Duomo, con su catedral gótica de cuatro siglos de antigüedad, sus esculturas y edificios, lograron igualar en placer para la vista de quienes lo observaron. En el estadio Giuseppe Meazza, Inter y Barcelona dieron un espectáculo digno de cuadro en la semifinal de la Champions.
El juego fue emocionante. A Italia la serie llegó, desde Cataluña, empatada a dos goles. Por eso los aficionados del cuadro azul y negro llenaron a reventar las graderías del estadio: nadie se quería perder “el partido” de la década. Para darle un poco más de estética al show, los italianos hicieron un tifo majestuoso que por televisión deleitó a los futboleros sentados frente a la pantalla.
Después gritaron: “La Champions”, con la fuerza de quien anhela un favor divino, cuando en la última estrofa del mítico himno del torneo de clubes más importante del mundo. Los equipos estaban dispuestos a dar la vida para conseguir un tíquet a Múnich, donde se disputará la final el próximo 28 de mayo.
No escatimaron nada. El Inter, lleno de confianza por el resultado que consiguió en Barcelona y el aliento incesante de su gente, salió dispuesto a arrasar con el rival, hacerle sentir la localía. Lo consiguió. Con el dominio del balón que con el tiempo pasó a ser preciso, peligroso, consiguió los dos primeros goles del partido en la parte inicial. Lautaro Martínez, goleador histórico del club en Champions, anotó al 21. Hakan Çalhanoğlu, al 45, de penalti.
Los italianos estaban felices. Inter, cuya característica principal es el orden, parecía quedarse con la victoria sin mayor problema. Pero en España también nacieron artistas. El principal exponente del surrealismo, Salvador Dalí, se inspiró en la costa catalana para pintar sus obras.
Un chico de 17 años, que también suele ver el Mediterráneo, se inspiró y orientó a su equipo para remontar –momentáneamente–, en el segundo tiempo. Lamine Yamal fue quien, con su habilidad, rompió el orden defensivo del Inter. Eric García, Dani Olmo y el brasileño Raphina (máximo goleador de la Champions con 13 dianas), ilusionaron a los aficionados culés con llegar a la final después de 10 años.
Los goles fueron a los minutos 54, 60 y 87. Todo apuntaba a que Hansi Flick llevaría al Barcelona al Alianza Arena donde dirigió al Bayern Múnich. Pero el experimentado defensa italiano Francesco Acerbi, a quien el entrenador disfrazó de “9”, cambió el destino al 90+3, cuando anotó el 3-3 y puso la serie 6-6.
Hubo necesidad de alargue: el espectáculo visual no se podía acabar en hora y media. Eran necesarios 30 minutos más. En ese tiempo, aunque no estaban en Las Vegas, los equipos tenían que apostarlo todo, so pena de quedarse sin nada. La suerte estuvo del lado del Inter: al 99 Davide Frattesi, después de un amague magistral, anotó el 4-3 definitivo. Con esta victoria, Inter ganó el cupo para buscar un título de Champions después de 15 años. El último fue en 2010.
