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El uribismo se toma las calles y desafía baluarte histórico de Petro

Las marchas del 7 de agosto, convocadas en apoyo a Álvaro Uribe, evidenciaron la capacidad de movilización del uribismo y un pulso con Gustavo Petro en el terreno que antes dominaba: la calle.

  • Petro intentó relativizar el alcance de las movilizaciones publicando en X dos fotos contrastantes de la Plaza de Bolívar: una llena y otra parcialmente ocupada bajo la lluvia. FOTO @petrogustavo
    Petro intentó relativizar el alcance de las movilizaciones publicando en X dos fotos contrastantes de la Plaza de Bolívar: una llena y otra parcialmente ocupada bajo la lluvia. FOTO @petrogustavo
hace 37 minutos
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Cumplidos tres años de su Gobierno y justo en la recta final de su mandato, parece diezmado el músculo de masas y la fuerza que otrora exhibía en las calles Gustavo Petro. Las multitudinarias manifestaciones de este 7 de agosto –en rechazo a la condena contra uno de sus principales contradictores, el expresidente Álvaro Uribe Vélez–, sin duda midieron las fuerzas con las que cuenta la oposición con miras a 2026.

El escenario no podía ser otro que el mismo que –en democracia–, fortificó y afianzó la carrera política del hoy presidente: la calle y la plaza pública. Se trata de escenarios que, en el pico del respaldo popular que selló su llegada a la Casa de Nariño, Petro manejaba y dominaba con pericia; sin embargo, ahora desde el solio presidencial parecen fórmulas adversas y cada vez más azarosas para el jefe de Estado.

Aun en medio de las lluvias que se sintieron en algunas regiones, centenares de seguidores del expresidente Uribe se volcaron a las calles de ciudades como Medellín, Bogotá o Cali. La consigna no era otra que la defensa del mandamás del Centro Democrático, quien fue condenado en primera instancia por presunta manipulación de testigos.

Compatriotas, siento que mi corazón es pequeño. Necesito uno más grande para poder expresar a todos ustedes la infinita gratitud de los míos y la mía por sus generosas muestras de apoyo y de solidaridad. Lo único que les pido es que afiancemos la elección de un gobierno que despeje los nubarrones para que brille la libertad en el coliseo de la patria, cuyo único techo es el infinito cielo”, destacó en tono electoral el propio Uribe.

Además de la tesis de una supuesta persecución política y justo cuando se formalizó la detención domiciliaria del exmandatario, los seguidores del expresidente se tomaron la plaza pública, fundamentalmente, para rechazar lo que consideran el mal gobierno de Petro.

No es una mera percepción. Según la más reciente encuesta de la firma Invamer, 58 % de los colombianos desaprueba la gestión de Petro, mientras que un 37 % la respalda. Ello indica que tres de cada cinco ciudadanos raja al jefe de Estado.

En el caso de Uribe, la medición evidencia que si bien un 97,2 % lo conoce, un 46,6 % tiene una opinión favorable, mientras que un 44,7 % tiene una imagen negativa del exmandatario.

Queriendo imprimirle un manto de duda a la dimensión de las movilizaciones, el presidente acudió nuevamente a la red social X y desde allí compartió dos imágenes de las marchas en la icónica Plaza de Bolívar, en Bogotá. En una se evidencia la plaza a reventar y en la otra medianamente ocupada en medio de un panorama gris por las lluvias capitalinas.

“La misma foto en perspectiva diferente. Pueden sentir cada uno y una de los marchantes las garantías democráticas de mi gobierno. Por mi parte toda la protección de mi gobierno a la Justicia” (sic), destacó el jefe de Estado.

En otro mensaje –mucho más directo y crítico–, el mandatario cuestionó los móviles de la manifestación y le lanzó pullas a sus contradictores: “Completamente.negativo marchar contra una sentencia de un juez. Marchar contra la justicia, como nos endilgaban falsamente” (sic), agregó.

En respaldo del mandatario salieron algunos de sus escuderos –como su jefe de despacho, Alfredo Saade, o la representante María Fernanda Carrascal (Pacto Histórico)–, que se enfrascaron en discusiones con figuras del uribismo alrededor de cómo y cuántos coparon la plaza.

Lo cierto, según cifras de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, es que a la Plaza de Bolívar –con capacidad para cerca de 55.600 ciudadanos–, acudieron este jueves alrededor de 29.000 personas. Es decir, alcanzó alrededor del 52 % de su capacidad.

Para el profesor Cristian Rojas, jefe del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, si bien es un termómetro político, la movilización en plaza pública y sus participantes no llegan a representar el número de votantes requeridos para llegar a la Casa de Nariño. “Entre el escenario de la movilización de las marchas y el escenario electoral, la distancia es enorme”, advierte en diálogo con EL COLOMBIANO.

No obstante, el catedrático resaltó que las manifestaciones a favor de Uribe sí son una evidencia de “una capacidad política muy fuerte y muy vital”. Todo ello, no solo en medio de la condena contra el expresidente, sino justo cuando se cumplen dos meses del atentado que tiene entre la vida y la muerte al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay.

Ambos hechos en la arena política son un capital determinante previo a una elección presidencial. “Frente a las elecciones del próximo año el uribismo ha mostrado ser una fuerza relevante”, agrega, instando a medir con precisión qué tan fuerte será ese músculo de calles en la consulta interpartidista de octubre próximo.

“Hay que ver qué nivel de participación tiene la consulta del partido. Es la oportunidad del Centro Democrático para demostrar que está vivo después de la condena contra Álvaro Uribe o que es más vital después de ella. Las marchas apuntan en esa dirección. Y la narrativa de Petro como líder de las calles se debilita”, precisa Rojas.

En ese sentido, profesor Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia de la Universidad del Rosario, advierte que las movilizaciones “no necesariamente tendrán mucho impacto en las elecciones”. Incluso, alerta que, si bien el Centro Democrático es un partido sólido y bien organizado, aún no ha encontrado una candidatura presidencial viable”.

Por otro lado, Basset niega que Petro sea “el líder de la calle”: “Él ha querido instalar esta idea de que es el líder del pueblo, que la gente lo apoya en la calle, pero la verdad es que eso no se ha mostrado tan claramente en la realidad”. A su turno, Rojas llama la atención por un desgaste estructural del presidente, quien ha agotado su capital en las calles.

“Petro tiene una tradición de movilización social, de estar en la oposición, pero como presidente sigue manejando la misma lógica; no obstante, un mandatario se desgasta necesariamente y durante 3 años ese desgaste ha sido mucho. Además, necesita elementos coyunturales específicos para lograr una convocatoria”, concluyó.

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