Desde el pasado 8 de mayo, cuando el entonces cardenal Robert Francis Prevost fue ungido como papa León XIV, un fenómeno singular comenzó a resonar en las oficinas de registro civil del área metropolitana: el nombre ‘León’ empezó a ‘rugir’ en los certificados de nacimiento.
En total, 49 bebés han sido bautizados con ese nombre, ya sea como principal o en combinaciones llamativas como Francisco León, León Santiago, Luis León, León Alberto, José León y Mario León, entre otros.
Todo indica que la figura del nuevo pontífice ha inspirado a decenas de familias católicas que han querido rendirle homenaje al sucesor de Pedro con una carga simbólica y poderosa.
“Nos gustó el nombre porque es fuerte, suena a líder, y justo coincidió con que el nuevo Papa se llama así”, cuenta Gloria Monsalve, madre de un pequeño León Santiago, nacido apenas tres días después del histórico nombramiento del cardenal Prevost. “Además, en la familia somos muy creyentes”, agrega.
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El nombre, de raíces italianas y latinas, no es nuevo en la historia eclesiástica. De hecho, varios papas han portado el nombre León, siendo uno de los más recordados León I, conocido como “el Grande”, defensor de Roma ante Atila el Huno.
El recién nombrado papa León XIV ha despertado una ola de simpatía no solo por su elección del nombre, sino por el simbolismo que evoca: valentía, poder y espiritualidad.
En Italia, ‘León’ ha sido tradicionalmente asociado con la fuerza, y parece que esa resonancia ha retumbado en los oídos de los fieles católicos hasta llegar a las pilas bautismales de Bucaramanga y su área metropolitana.
Así, mientras en el Vaticano un nuevo papa tiene voz firme desde la silla de San Pedro, en nuestra región una nueva generación de ‘leoncitos’ comienza a escribir su propia historia. Y aunque aún no caminan, ya llevan en el nombre el peso y la garra de una herencia milenaria.
