Después de construir una casa utilizando cemento, rocas, arena, hierro y adobes, es normal que queden sobrantes, restos, escombros de lo que no se utilizó o lo que no funcionó. Hace más de 4.500 millones de años, cuando la Tierra y los demás planetas del Sistema Solar se estaban formando, ocurrió lo mismo: en un proceso demorado se unieron millones de rocas para formar los que hoy se conocen como planetas y los fragmentos de lo que sobró, que se deterioran y dividen con el tiempo, son los asteroides.
Así lo explica Jorge Iván Zuluaga Callejas, profesor titular de Astronomía y Física de la Universidad de Antioquia, quien agrega que están en la órbita del Sol, principalmente en el Cinturón Principal de Asteroides ubicado entre Marte y Júpiter. “Son como la Tierra, pero se diferencian en dos cosas: el tamaño, pues estos suelen ser una doceava parte de nuestro planeta y menos de la mitad de la Luna; y la cantidad, pues son el objeto más abundante en nuestro Sistema”.
De hecho, según la Nasa, se han identificado más de 16.000 solo en cercanías de la Tierra, sin contar lo que están más allá, y un reporte de la revista científica Nature dice que en 2020 se cumplió un récord pues fue el año en que más asteroides se detectaron, con 2.958. De estos, 107 pasaron cerca de la tierra.
Además, el Museo de Historia Natural de Londres informó que hay aproximadamente 65.000 meteoritos conocidos en la Tierra, de los cuales se han visto caer 1.206. Luz Ángela García, docente investigadora de la Universidad Ecci, agrega que otra diferencia es que estos cuerpos celestes no son regulares ni circulares u ovalados.
Hoy 30 de junio se conmemora el Día Internacional del Asteroide que fue aprobado por la Asamblea General de las ONU en diciembre de 2016, “para recordar cada año el aniversario del impacto de Tunguska, en Siberia (Federación de Rusia), ocurrido el 30 de junio de 1908, y para aumentar la conciencia pública sobre el peligro de impacto de los asteroides”.
No se busca celebrar el impacto en sí, sino, como dice García, “generar conciencia en el público de que potencialmente uno de ellos podría tener consecuencias negativas en la Tierra, por lo que es necesario rastrearlos y conocerlos”. Por eso, el día decretado por la ONU busca sensibilizar sobre los riesgos y sobre la importancia de avanzar en información y acciones a adoptar en caso de una amenaza de impacto inminente.
Huellas del pasado
Entre Marte y Júpiter están la mayoría de asteroides, en el cinturón principal. Algunos tienen órbitas más allá de Saturno y otros están más cerca del Sol. Aparecieron desde esa primera formación entre nubes de gas y polvo de la que surgió el Sol y los planetas pero los asteroides no pudieron comportarse o llegar a serlo.
“De aquellos del tamaño de una montaña como el Cerro Nutibara hay aproximadamente 100 millones. Algo así como un asteroide por cada mexicano. Más pequeños, del tamaño de una mesa o un gato hay billones. Tenemos diagramas para saber cuántos son y podemos saber dónde están y estarán ubicados los identificados”, explica Zuluaga, pues la mayoría siguen caminos alrededor de la estrella. Sin embargo, “la inmensa mayoría no sabemos dónde están y por eso son un peligro que se debe recordar año tras año en esta fecha”.
Es común confundirlos con meteoros, meteoritos, cometas o planetoides, pero son muy diferentes. Aquellas palabras con raíz griega “meteo” hacen referencia a la Tierra y la atmósfera, por lo que meteoro, meteorito y meteoroide son fenómenos que ocurren en este planeta o con relación a él. En cambio, aquellas con la raíz “astro” se dan el espacio, indica Zuluaga.
Así, un asteroide es aquel cuerpo celeste rocoso que está en el espacio exterior, dentro del Sistema Solar. Una vez entra y comienza a atravesar la atmósfera terrestre y se sublima o convierte en gas por la fricción y el calor se convierte en meteoro (conocido comúnmente como estrella fugaz). Si ese mismo alcanza a tocar la superficie de la Tierra, a ese trozo se le conoce como meteorito.
Pablo Cuartas Restrepo, profesor de Ciencias Planetarias de Astronomía de la Universidad de Antioquia, agrega que los cometas son aquellos cuerpos que fueron expulsados del Sistema Solar por los planetas gigantes, así que no están en la órbita de Júpiter sino en la Nube de Oort, y que los que están más allá de Júpiter pero hasta Neptuno son conocidos como centauros. “Más allá son objetos transneptunianos y se les llama planetas enanos, como Plutón”.
Aunque están hechos de lo mismo que la Tierra, estos compuestos no están en las mismas cantidades ni formas. Cuartas cuenta que “un solo asteroide puede contener más metal que todas las minas de la Tierra”.
Zuluaga agrega que tienen componentes químicos, minerales, “tal como aquí. Y no deja de sorprender que en ellos se hayan encontrado sustancias que creíamos que solo las producía la vida, como azúcares, aminoácidos y grasas. Esto demuestra que esas sustancias pudieron llegar a la Tierra a partir de fragmentos de asteroides que cayeron cuando esta se estaba formando”.
Aún así, Cuartas explica que aunque hay componentes clave, “es muy difícil que en ellos haya vida tal como la conocemos, aunque estén los ingredientes para esta”, porque incluso se cree que ellos pueden tener y transportar agua líquida desde el cinturón.
¿Qué dicen los asteroides?
En su interior logran conservar información pura, sin perturbar, de la historia de la creación de este sistema y sus planetas (para entender cómo se dio este proceso y qué moléculas orgánicas hicieron parte). “Son fósiles del origen, interactúan poco con otros objetos así que son huellas bien guardadas y dan pistas para entender lo que hoy no podemos presenciar”, dice García.
Podrían ser, y ya se está pensando, fuente de materias primas para la explotación. Se espera “llegar a ellos en misiones tripuladas y posteriormente se podrán extraer minerales pues en muchos, a diferencia de la Tierra, los elementos químicos no se han separado”, explica Zuluaga. Así, tiene metales como oro, níquel, platino y hierro sin separarse y “bastaría una palada para encontrarlos de forma abundante’. Por eso quienes saben el valor de estos minerales han pensado en explotarlos. Todavía estamos lejos de eso, a décadas, pero es inevitable”.
Y es posible alcanzarlos y posarse en ellos. Hace años la única forma de estudiarlos era con los meteoritos, con esos restos que caían a la superficie. El problema es que era difícil saber de qué cuerpo específicamente venían, recordando que no todos son iguales.
Con la exploración espacial, los científicos lograron acercarse lo suficiente para volar sobre ellos, “son cerca de 15 que hemos logrado fotografiar”, añade Zuluaga y ya se ha logrado aterrizar sobre tres de ellos o por lo menos posarse momentáneamente para levantar polvo y rocas que luego son recolectadas como muestras. Dos ejemplos son la misión OsirisREX de la Nasa que llegó al asteroide Bennu y volverá a Tierra en 2023 y la japonesa Hayabusa 2 que ya regresó luego de alcanzar el asteroide Ryugu. De acuerdo con Cuartas, esto permite entender los orígenes de los planetas y hasta de la vida y estudiar nuestra propia historia.
65.000
meteoritos han sido encontrados en la Tierra: Museo Historia Natural Londres.