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Con todo, el más grave e inmediato es el ataque a la democracia que adelantan Petro y sus cómplices y sobre el que Santos no dice esta boca es mía.
Por Rafael Nieto Loaiza - opinion@elcolombiano.com.co
Otra vez Santos, tan silencioso durante estos tres años y tan activo en estas últimas semanas. Ahora publica un video en que afirma que en las próximas elecciones hay que alejarse tanto de la extrema izquierda, la de Petro, como de la extrema derecha, que no identifica, que se requieren consensos y moderación para enfrentar las dolencias que nos aquejan, y que el camino es la “tercera vía”.
La lista de problemas del Expresidente es corta, apenas el orden público, la salud, lo energético y lo fiscal. Son muchos más los que debemos enfrentar. Sufrimos una policrisis profunda y amplia. Agrego la desarticulación sistemática de las capacidades de la Fuerza Pública; el mar de coca que nos inunda; el gigantesco número de jóvenes que ni estudian ni trabajan; la insostenibilidad del aparato pensional; el ataque sistemático a la minería y el petróleo; la descomunal crisis fiscal y la caída brutal de la inversión; la peor corrupción de nuestra historia; la impunidad; la destrucción de la capacidad técnica de la administración pública; etc.
Con todo, el más grave e inmediato es el ataque a la democracia que adelantan Petro y sus cómplices y sobre el que Santos no dice esta boca es mía. Y calla porque se alió con Petro para ganar, con su ayuda y con la plata de Odebrecht, las elecciones del 2014. Dividió el país tachándonos de enemigos de la paz a quienes criticábamos el pacto con las Farc y haciéndole conejo al triunfo del No en el plebiscito. Sembró las semillas de nuevas violencias con los incentivos perversos acordados para la coca, la impunidad de facto de los crímenes de guerra y de lesa humanidad y la entregan de beneficios económicos y políticos para las Farc. Su apoyo y sus alfiles fueron claves para el triunfo de Petro en el 22 y han sido sustantivos en su administración. Barreras, Benedetti, Cristo, Alejandro Gaviria, Prada, Rivera, han sido vitales para Petro y todos menos alguno siguen ahí. De aquellos polvos, estos lodos.
El petrosantismo es una realidad y es responsable de la elección de la extrema izquierda y de la debacle del gobierno del que ahora Santos dice querer alejarse. Ahora, suponiendo que fuera verdad que quiere tomar distancia de la extrema izquierda que ayudó a elegir y con la que cogobernó, debería hacer un acto de contrición antes de dar cátedra sobre las próximas elecciones. Y hacer un verdadero propósito de enmienda que no aparece por ningún lado en sus últimas declaraciones. Por eso, por la ausencia absoluta de reconocimiento de sus errores y la falta total de arrepentimiento, solo alimenta su fama de cínico.
Ahora bien, Santos debería identificar la extrema derecha a la que se refiere. La estigmatización del contrario es fácil, y peligrosa, en los tiempos que corren. Nazis, fascistas, oligarcas, esclavistas, extrema derecha, son descalificaciones usuales en el lenguaje de Petro, la extrema izquierda y sus aliados. ¿De cuál extrema derecha habla Santos? Extremistas son aquellos que conceptual o fácticamente justifican el autoritarismo y la violencia contra sus contrincantes y opositores.
En cualquier caso, el consenso solo es deseable y hay que construirlo con quienes compartimos la necesidad de defender la democracia y las libertades y debe tener como propósito reconstruir el país.
El consenso, sin embargo, no puede ser tibio. Se requieren valentía, fortaleza y carácter para encarar la policrisis que nos dejarán Petro, la extrema izquierda y sus aliados, entre ellos el petrosantismo. La tercera vía de Santos no es ni chicha ni limoná.