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Y le deseo a Petro Feliz Navidad porque espero que este 2025 encuentre la capacidad que ha perdido para negociar y acordar.
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
Feliz Navidad a los hombres de buena voluntad y también a los que son incapaces de encontrarla, como el presidente Petro, que en su tercer año natural de mandato deja un reguero de decretazos en un Gobierno al que su incapacidad para lograr apoyos y consensos condena a regir el país por el ordeno y mando. Al más puro estilo socialista, dicho sea de otro modo.
Y le deseo a Petro Feliz Navidad porque espero que este 2025 encuentre la capacidad que ha perdido para negociar y acordar, para ceder cuando el conjunto del país lo requiera, sin dogmatismos que llevan a gobernar para unos en contra de los otros. Le deseo Feliz Navidad para que recupere el diálogo y evite la confrontación, para que sea capaz de convencer y no de vencer y aplastar a quienes generan riqueza y hacen avanzar al país: los empresarios.
Esos empresarios que están asfixiados y que a duras penas sacan las cuentas cada mes. Esos empresarios a los que no podemos condenar a frenarse, dejar de contratar y de invertir, y en último extremo a cerrar, pero no porque sus sueños, empeños e ilusiones hayan fracasado, sino porque se les ha aplastado a base de impuestos y burocracia.
Petro ha anunciado a bombo y platillo un incremento del salario mínimo del 9,54% para 2025, lo que lleva la cifra total por encima de los 1,42 millones de pesos (309 euros por los casi 1.200 euros en los que quedará el salario mínimo en España en 2025 si fructifica de nuevo la propuesta de los sindicatos de clase sin el acuerdo, una vez más, de la patronal).
Y es que de nuevo coinciden los ramalazos autoritarios del primer ministro español Pedro Sánchez y de Petro, socialistas para los demás, que no para ellos. En ambos casos son incapaces de lograr un entendimiento con quienes pagan la fiesta.
La subida del 9,54% se ubica a media tabla entre el incremento que calculaban los empresarios y el 14% que pedían los sindicatos. Visto así podría parecer una solución salomónica de no ser por múltiples variables. Para empezar que se trata de una cifra superior a la inflación interanual. El Gobierno se pone la medalla de que se garantiza así el poder adquisitivo, pero lo hace en un contexto de inestabilidad constante y con crecimientos raquíticos de la economía para un país que debería avanzar de forma inercial al 3,5%.
Además, es bien sabido que los sindicalistas siempre se sientan a negociar con cifras disparatadas para poder luego vender a sus bases cualquier acuerdo como bueno. Al final, ellos no ponen la plata.
Veamos ahora a qué condena esta nueva forma de Gobierno autoritario que consiste en gobernar por decretazo. Petro vende la idea de que la subida del salario mínimo hace crecer al país, pero él mismo se enreda y se desacredita. Escuchémosle: “Colombia va a crecer más. Subí el salario mínimo en 2022 un 16% (falso, los que pagan son los empresarios). La consecuencia fue que 2,5 millones de personas salieron de la inseguridad alimentaria. Hemos sacado a gente de la pobreza y del hambre (falso, fueron los empresarios)”.
La realidad es que Colombia crece menos de lo que debería, con suerte el PIB se irá al 2%, que la informalidad no cede (56%) y que el desempleo combinado (desempleo, subempleo y la fuerza de trabajo potencial) supera el 21%.
No dejan de emigrar colombianos a España, este año sus llegadas superan incluso las de venezolanos y en el tercer trimestre a los marroquíes, prueba inequívoca de lo bien que lo está haciendo Petro.