Los restos mortales de Benedicto XVI ya reposan en la capilla del Monasterio Mater Ecclesia, la que fue su casa durante los últimos 10 años de vida, desde que renunció al pontificiado en 2013.
Allí yace recostado al pie de una imponente cruz y a cada lado hay reclinatorios para la oración. Ese será su lugar hasta que el cuerpo sea trasladado y expuesto en la basílica de San Pedro donde los fieles podrán tener un último encuentro con el Papa Emérito y decirle adiós. Solo hasta ese momento, la capilla ardiente se abrirá para recibir las visitas oficiales y las oraciones públicas. Serán tres días en los que el féretro estará expuesto, se espera la llegada de unas 35.000 personas. Mientras que para el funeral, que será el 5 de enero, se estiman cerca de 60.000.
El Papa Francisco será el encargado de presidir funeral del papa emérito a las 9:30 horas en la Plaza de San Pedro.
Durante ese tiempo, la ciudad estará custodiada por agentes y equipos médicos. Además, aumentara el medio de transporte del lugar. Frente a todo esto, las autoridades han previsto la gestión de las masivas llegadas de fieles a la plaza de San Pedro con el objetivo primordial de evitar posibles estampidas humanas.
“Hemos establecido cómo regular la afluencia y la salida de la plaza de San Pedro, tanto los días en los que está previsto el velatorio del féretro como para el funeral, con el fin de evitar el cruce y la interferencia entre las personas que entran y las que salen”, informó el prefecto de Roma, Bruno Frattasi, durante el Comité provincial de Orden y Seguridad convocado de urgencia.
El equipo de seguridad de Roma se reunirá de nuevo el martes 3 de enero, dos días antes del funeral, para actualizar las medidas de seguridad en función de los datos reales de afluencia de personas.