Era 1920 cuando Arsecio Torres, un campesino del Norte de Antioquia, hacía quesito casero para dejarlo en la canasta afuera de su casa en donde un bus escalera lo recogía y llevaba hasta Medellín para venderlo. Todos sus hijos también aprendieron el arte de la elaboración de quesos. Emeterio, uno de ellos, al crecer invirtió en su propia finca lechera y finalmente, en 1980, creó la Quesera La Fontana, llamada así por una finca de una radionovela que escuchaba su mamá y dándole el presagio de la fuente de crecimiento y abundancia que sería después para su familia.
Entre la leche y el quesito, fueron criados sus hijos Lina, Wilder y John Emeterio, y pronto aprendieron el oficio, y se sumaron a las labores de la empresa, tanto en la planta como en la administración. Fue así hasta que, en 2004, Emeterio decidió pasarles su legado. En ese año, se conformó la asociación entre los tres hermanos y nació Lácteos La Fontana, ubicado en el mismo local de la carretera, antes de la entrada a Don Matías.
El crecimiento tomó mucho esfuerzo, pero como familia lo enfrentaron: “Nos sincronizamos y somos brazos extendidos entre todos, pues esto es un negocio familiar, entonces todos estamos involucrados”. Empezaron a capacitarse y consiguieron nuevos equipos, así ampliaron la planta de producción. Hoy, esta empresa tiene más de 30 empleados y 60 productores de leche, procesa 25 mil litros de leche diarios y crean quesitos, cuajadas, mantequilla, crema de leche y bebidas lácteas. Sus productos llegan a 17 municipios de Antioquia, siendo el Valle de Aburrá su mercado más fuerte.
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