Por momentos pareció que todo se derrumbaba. La Selección Colombia Sub-17 femenina estaba extraviada en su propia casa, enredada en sus nervios, superada en actitud y juego por una Paraguay que llegó con el cuchillo entre los dientes. La Tricolor no encontraba su esencia, su chispa ni su ritmo, y la primera parte en el Estadio Francisco Rivera Escobar de Palmira fue una pesadilla: caía 0-1 con gol de Alison Milena Bareiro a los 23 minutos, mientras el silencio y la preocupación se apoderaban de las graderías.
Era un marcador que ponía en riesgo no solo la clasificación al hexagonal final del Sudamericano, sino también el ánimo de un equipo que prometía más. Las paraguayas habían hecho la tarea táctica a la perfección: presión alta, juego directo y garra para desactivar a una Colombia tibia, desdibujada, sin ideas.
El entretiempo fue un respiro y también una sacudida. Porque al regreso, otra Selección salió a la cancha. Empujada por su gente y despertada por las atajadas salvadoras de la portera María Isabella Tejada, que sostuvo el partido en su peor momento, Colombia tomó aire y dignidad para luchar. Fue entonces cuando el espíritu competitivo emergió.
La reacción se cocinó lentamente. A los 75 minutos, cuando la angustia amenazaba con convertirse en resignación, llegó el suspiro: centro preciso y cabezazo certero de Eidy Ruiz. Gol, grito de desahogo y estallido en Palmira. Ese tanto no solo igualó el marcador, también levantó al equipo, encendió a la tribuna y empujó a la Tricolor hacia una superioridad emocional que no se había visto antes.
Colombia acorraló a Paraguay en el tramo final. Quiso más, lo buscó con ímpetu, pero el gol del triunfo nunca llegó. Aun así, el empate supo a gloria. Porque mientras en el otro duelo del grupo, Argentina vencía 2-1 a Chile, el triple empate en cinco puntos dejaba a Colombia como líder del grupo por diferencia de gol: +2 para las cafeteras, +1 para Paraguay, 0 para Chile. Clasificadas todas, pero con la Tricolor en lo más alto.
El panorama, que parecía oscuro al descanso, terminó con un haz de luz y esperanza. Colombia ahora jugará el hexagonal final con la ilusión intacta, sabiendo que no hay margen para distracciones. El objetivo sigue siendo el mismo: conquistar uno de los cupos al Mundial Sub-17 que se celebrará en Marruecos desde el 17 de octubre.
El camino será arduo, pero esta noche quedó claro que las chicas tienen con qué resistir la adversidad. Y cuando todo parezca perdido, ahí estará el aliento de la hinchada, la inspiración de sus atajadas, y la convicción que despertó gracias a un cabezazo valiente que lo cambió todo.