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”Tenemos que desarmar nuestras conciencias”: Ana María Busquets, viuda de Guillermo Cano, condena la violencia en Colombia

En entrevista con EL COLOMBIANO, Busquets habló de cuál es el legado de Cano, lamentó el asesinato de Miguel Uribe y envió un mensaje de paz y unidad.

  • Ana María Busquets continúa el legado de su difunto esposo por medio de la Fundación Guillermo Cano, que mantiene un colegio en Ciudad Bolívar y ofrece becas y premios de periodismo. FOTO cortesía
    Ana María Busquets continúa el legado de su difunto esposo por medio de la Fundación Guillermo Cano, que mantiene un colegio en Ciudad Bolívar y ofrece becas y premios de periodismo. FOTO cortesía
  • Esta es la foto favorita de Ana María, que guarda en su habitación. Foto: Cortesía.
    Esta es la foto favorita de Ana María, que guarda en su habitación. Foto: Cortesía.
hace 5 horas
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La sala de Ana María Busquets es un santuario familiar. En las paredes hay serigrafías de sus hijos. Son cinco: Luis Guillermo, Fernando, Ana María, María José y Camilo. Las mesas están reservadas para fotografías antiguas a las que el paso del tiempo les ha ido quitando el color, pero no el alma: en todas está ella sonriendo, está con Guillermo Cano en su boda, está con el resto de la familia.

Cuando se sienta a hablar dice “no sé qué más puedo contar”. Y es que esta no es la primera entrevista que ha hecho en la semana. Su esposo Guillermo habría cumplido 100 años de vida el pasado 12 de agosto si no hubiera sido asesinado, y el país aún se acerca a ella preguntando por él, su legado y con dudas acerca de cómo sanar las heridas de un país en guerra.

La familia de Busquets llegó a Colombia huyendo de una guerra civil. Ella recuerda que, cuando pisó Bogotá por primera vez, le pareció un paraíso. Solían hablar con su padre acerca de lo increíble que era ver a un presidente caminando por la séptima entre la gente, sin seguridad. En medio de eso, llegó Guillermo Cano a su vida.

El director del periódico El Espectador la cortejó durante mucho tiempo: le llevaba serenatas y cartas, y la acompañaba al colegio. Tantos rituales terminaron enamorándola y estuvieron juntos hasta el 17 de diciembre de 1986, cuando un sicario de Pablo Escobar atentó contra Cano después de múltiples amenazas.

Ha dicho que recuerda perfectamente el día del asesinato de Guillermo

“Sentí miedo desde el comienzo del día. Estaba muy preocupada porque habían matado a la corresponsal cultural de El Espectador en Miami. Guillermo me dijo que eso no tenía que ver con la mafia ni el narcotráfico, que debía ser un problema familiar. Siempre intentó mantenernos tranquilos, nunca nos contó que tenía miedo. Pero yo sentía esa angustia. Llamé a mis hijos y les pedí que no lo dejaran solo, que lo acompañaran al periódico. Pero lo último que hablamos fue sobre la corresponsal, Amparo. Luego recibí la llamada que temía y mi día acabó tristemente”.

Ante la violencia, una de las mejores respuestas es preservar la memoria. ¿Qué recuerda del señor Cano?

“El primer regalo que me hizo Guillermo fue una canasta de pensamientos. ¿Usted ha visto alguna vez a alguien que reciba cientos de pensamientos en una canasta? No, nunca. Eso les demuestra lo que él sentía, cómo pensaba y cómo le gustaba que a través de sus regalos se sintiera lo que llevaba en el corazón”.

Cuando la violencia ataca olvidamos que la única víctima no es quien murió, sino que sus familiares también lo son.

“Eso es muy complicado. Uno intenta no involucrar a tanta gente pero es imposible, cuando hay una víctima, todo el mundo a su alrededor lo sufre. Es imposible que el dolor no se riegue. La violencia no paró con el asesinato de Guillermo. Y es que, cuando él se fue, su legado quedó. Desde el mismo periódico se lo propusieron, por lo cual es lógico que los violentos siguieran atentando contra nosotros. Después de su partida las amenazas siguieron y mis hijos tuvieron que dejar el país.

Cuando murió nos asignaron guardaespaldas, algo que jamás habíamos tenido y que Guillermo no habría permitido porque no soportaba ver una pistola o cualquier arma junto a él. Pero no había más remedio, debíamos hacerlo para mantener a salvo nuestras vidas”.

Una vez ocurre el asesinato hay un camino muy largo: el de la búsqueda de justicia y verdad. No fue sino 37 años después que el Estado reconoció su culpabilidad en lo que sucedió.

“Fue muy difícil. En nuestro caso nombramos a un abogado y lo mataron. Hubo jueces que también fueron asesinados en nuestro proceso. Al final decidimos que no íbamos a buscar justicia porque no podíamos permitir que la gente que nos defendía siguiera muriendo. Supimos que no íbamos a encontrar la verdad”.

Esta es la foto favorita de Ana María, que guarda en su habitación. Foto: Cortesía.
Esta es la foto favorita de Ana María, que guarda en su habitación. Foto: Cortesía.

Usted ha dicho que él estaba obsesionado con la paz e invitaba a los jóvenes a practicarla. ¿Cómo hacerlo?

“El primer paso es individual. Cada persona debe sentir que ya no podemos seguir en esta violencia, que tenemos que cambiar, que tenemos que ser amigos del prójimo y que tenemos que procurar desarmar nuestras conciencias, porque las tenemos agresivas”.

En entrevista con El Espectador usted dijo que aún no recupera la esperanza. ¿Por qué?

“Porque sigo viendo la violencia. Veo cómo asesinan defensores de derechos humanos. ¿Cuántos muertos hay? cientos. ¿Cómo va a estar uno esperanzado cuando ve el caso de Miguel Uribe? La violencia no nos ha abandonado, es difícil”.

¿Qué mensaje le daría a María Claudia Tarazona?

“Es muy difícil dar consejos en estas circunstancias y no hay ninguna palabra que lo consuele a uno. Cuando voy a darle mi pésame a alguien nunca digo nada, sino que solo lo abrazo porque sé, por experiencia propia, que las palabras entran por un oído y salen por el otro. Las palabras no resultan. Ella debe buscar la compañía de los suyos, que seguramente no la dejarán sola.

María Claudia es inteligente, honesta y capaz. Con toda seguridad educará a ese niño tan bien como lo educaron su abuelo y su hermana a Miguel Uribe cuando era niño”.

¿Por qué dice que no sabe qué más contar? ¿Por qué no le gustan las entrevistas?

“Pasa sobre todo en televisión. Están filmando durante una hora, uno ya no sabe qué más decir. Pero luego revisas y solo salen dos segundos en la noticia. ¿Para qué hablo tanto si a la hora de la verdad no lo ponen o lo resumen? Al final me desilusioné, porque no se transmitía lo que yo fundamentalmente quería decir”.

¿Qué es eso fundamental que quiere decir?

“Me gustaría que quede claro que Guillermo no luchó solamente por el narcotráfico. Guillermo luchó por la libertad de expresión, era un defensor máximo de la libertad de prensa. Sin eso no hay un país libre ni demócrata. Luego luchó por los derechos humanos y le dolía profundamente la vulneración de ellos. Él defendió a la gente que sufre.

Y como ser humano hay que contar las cosas sencillas que le gustaban, como gozar de una buena música, o entusiasmarse con el libro que estaba leyendo. O las gracias que le hacía su nieta, que lo llamaba todos los sábados a hablar de los picapiedras. Esas facetas que se olvidan de Guillermo por la magnitud de su muerte y cómo sucedió. Pero él era un ser humano normal, cariñoso y romántico”.

Busquets cerró la entrevista con lágrimas en los ojos, pero con una sonrisa. Fue enfática en que a Guillermo le gustaban los boleros y The Beatles; y que siempre fue un pésimo bailarín. Aunque a ella le encantaba bailar, nunca pudieron hacerlo juntos. “Me tocaba aguantarme las ganas”, dijo. Luego miró el ramo de flores en su mesa, enviado desde el Colegio Guillermo Cano y expresó “me lo dieron los estudiantes por su natalicio”.

Cien años parecen mucho, pero ella ya tiene 90 y sigue entera. Aunque su cumpleaños se acerca y no sabe si podrá celebrar otro más. “Tal vez es momento de irse”, finalizó, no sin antes recordarme que, su mayor anhelo, es un país en paz.

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