Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Teatrino, a la que llegan los que tienen las manos ágiles para jugar a las cartas, los que miran detrás de gafas oscuras y no se sabe qué están viendo, los que respiran hondo y tamborilean con los dedos, los que traen maletines con documentos para discutir y firmar, los que rayan mapas y señalan con flechas de diversos colores, los que miran de frente y parecen cañones de destructor (esto me recuerda la película El acorazado Potemkin, de Eisenstein), los que previos al saludo se limpian las manos (y después también), los que hablan despacio para que los traductores a su lado no se equivoquen, los que se acompañan de creadores de imagen para que asesoren en aires de suficiencia, los que antes de beber un café lo intercambian con precaución con su interlocutor, los que en caso de indecisión se acomodan la corbata y mueven los labios (cerrados) de un lado a otro, los que insinúan intimidades de quien tiene al frente y sonríen maliciosos, los que muestran sobres con dinero o acciones en calidad de tentación, en fin, en las mesas de negociación los personajes son diversos y no faltan los que amenazan, leen novelas de espías o piensan en teorías de la conspiración. Es que pasan cosas y se piensan otras.
Hasta hace poco el mundo, el mundo de los negocios tenía que ver con acciones, bonos, rutas de comercio y materias primas, bodegas, estrategias de marketing, convenios de producción (insumos), licencias de uso de marcas, etc. Pero este espacio, como ya pasó en el siglo XIX (repartición de África y Asia), lo ocupa ahora el asunto político. Los dirigentes de las grandes potencias se han sentado a la mesa para decidir de quién es qué (zonas de influencia), delimitación de líneas rojas y determinación de esquemas para negociaciones futuras. Y esto es lo que se llama Neocolonialismo, definido en mapas con ventajas comparativas (recursos), fronteras tecnológicas y respeto de mercados para establecer aranceles, libertades permitidas, controles a la información y movimiento de gentes. Todo como negocio.
Que Putin se reúna con Trump (saltándose a la OTAN y a Zelenski) para cobrarse con la geografía de Ucrania lo que les ha valido la guerra, que Netanyahu negocie en Qatar la suerte de otros, que los ingleses jueguen a las cartas con China y la India, que los chinos hagan en el exterior mega obras luego cobrarán en especie, y que ya los rusos estén entrando en África, está indicando que los grandes comerán al más chico, que el mundo será posiblemente tres partes (China está en el juego) y que la guerra fría pase de guerras menores a bloques económicos que anuncian el fracaso de la globalización. Y bueno, se volverá al siglo de Julio Verne. La historia es pendular.
Acotación: Hay un eterno retorno cuando ya no se puede seguir adelante y, en este regresar, alguien mueve los cables.