Pico y Placa Medellín
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Así como en 2003 Fajardo descubrió que su sangre indígena era más dominante en sus venas que la de los “blancos” que lo engendraron, lo que lo hizo digno de obtener el aval para la elección a la alcaldía de Medellín de parte del partido político de los paeces caucanos y nariñenses denominado la “Alianza Social Indígena” y rebautizada en 2011 como “Alianza Social Independiente”; otro exalcalde con ganas de presidencia, el pinturesco y ratonil exalcalde Quintero (de ingrata recordación para los medellinenses y antioqueños que sigue afectando el estado de las finanzas del municipio así no haya podido concretar todos sus “negocios”) también tuvo una súbita transformación sanguínea en sus venas la semana anterior, cuando recibió desinteresada y gratuitamente el aval para intentar participar en las elecciones presidenciales de 2026 de otro ancestral movimiento político nacido en las montañas del suroccidente colombiano, AICO, Autoridades Indígenas de Colombia.
Yo creía que cambiar el tipo de sangre de una persona no era algo posible ya que es una condición genética, pero resulta que sí lo es porque un trasplante de médula ósea puede ir cambiando el tipo de sangre original al del donante. También es posible como resultado de una rara infección bacteriana intestinal que produce enzimas que logran cambiar moléculas del grupo sanguíneo A para que se asemejen a moléculas del tipo B. Pero tal vez la forma más práctica para lograr una “asombrosa transformación temporal”, que pareciera ser una recomendación de un experto en transfiguraciones como Roy Barreras, es la que puede provocar una transfusión masiva de sangre, cuando un paciente de sangre tipo AB recibe suficientes unidades de sangre tipo O, que por unos meses, repito, solo por unos meses, logra que casi todos sus glóbulos se tipifiquen como del tipo O; situación que luego será revertida naturalmente por la médula ósea. ¡Los milagros de la ciencia, y de la politiquería, son asombrosos y nunca dejan de sorprendernos!
Aunque por nuestras venas corre una mezcla de sangres a causa del “europeo descubrimiento de un continente que no sabía que estaba perdido”, confieso que estos curiosos e “inocentes” ejemplos de transculturización instantánea de estos dos exalcaldes empecinados en ser presidentes, me hacen pensar que el país ha avanzado mucho y lo que estamos viendo es que no son los nativos precolombinos quienes se están insertando en la invasora cultura blanca occidental, sino al revés. Ahí les dejo a los antropólogos y sociólogos un rico filón temático para que escriban “papers” y consigan puntos para su escalafón.
Así como al primer exalcalde mencionado probablemente se le perdieron rápidamente las plumas de su inesperada transmutación de 2003, no dudo que el picaresco Quintero se vuelva blanco nuevamente apenas termine su intentona electoral del 2026, y esta sorprendente artimaña propia de candidatos petrosantistas termine siendo otra anécdota más de la historia politiquera de Colombia, que hace ver a García Márquez como un pobre diablo sin ingenio e imaginación.
Y después pregonan a los cuatro vientos los supuestos políticos autodenominados como los únicos propietarios de la decencia que: ¡No todo vale! Uno no sabe cómo es que haya tanto ingenuo que todavía vota por ellos.
