Un naufragio ocurrido el pasado 3 de agosto en aguas del Golfo de Adén dejó al menos 76 personas fallecidas y más de 70 desaparecidas.
El barco, que transportaba a 154 migrantes etíopes, se hundió frente a las costas de la provincia de Abyan, en el sur de Yemen, según confirmó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Las autoridades locales reportaron que 54 cuerpos fueron recuperados en el distrito costero de Khanfar y otros 14 fueron trasladados a una morgue en la ciudad de Zinjibar. Hasta ahora, solo 12 migrantes han sobrevivido.
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La tragedia se produjo en una de las rutas migratorias más transitadas y peligrosas del planeta.
Miles de personas provenientes de países como Etiopía y Somalia cruzan cada año el estrecho de Bab al-Mandab con destino a Yemen, a pesar del conflicto armado que vive el país desde hace más de una década.
La mayoría de estos migrantes buscan llegar a Arabia Saudita u otros países del Golfo Pérsico para encontrar empleo. Para ello, dependen de redes de tráfico de personas que los transportan en embarcaciones precarias y sobrecargadas.
Migrantes forzados por la pobreza, la guerra y la exclusión
De acuerdo con Amnistía Internacional y Naciones Unidas, quienes se embarcan en este tipo de barcos huyen de situaciones como la pobreza extrema, la violencia armada o la falta de oportunidades en sus países de origen.
Miles de jóvenes optan por migrar al Golfo Pérsico, especialmente a Arabia Saudita, con la expectativa de encontrar trabajo como empleadas domésticas, jornaleros o cuidadores. Las rutas regulares son casi inexistentes para ellos, lo que los obliga a recurrir a traficantes que organizan travesías marítimas en condiciones de alto riesgo.
Estas redes, además de cobrar sumas elevadas, frecuentemente ejercen violencia, extorsión y abuso sobre los migrantes.
A pesar de que Yemen es un país en guerra desde 2014, sigue siendo un punto de tránsito hacia el Golfo. La falta de alternativas seguras hace que cada año decenas de miles de personas crucen el estrecho de Bab al-Mandab en embarcaciones improvisadas, sin garantías mínimas de seguridad.
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 60.000 migrantes llegaron a Yemen durante el primer semestre de 2024. Muchos de ellos permanecen varados en el país sin acceso a servicios básicos, atrapados en centros de detención o víctimas de explotación laboral y sexual
Operativos de rescate
La Dirección de Seguridad de Abyan desplegó un operativo masivo de búsqueda y rescate para localizar a las decenas de migrantes desaparecidos. Los cuerpos hallados estaban dispersos a lo largo de varios kilómetros de costa.
En 2024, la OIM registró al menos 558 muertes en la ruta del Mar Rojo y el Golfo de Adén, 462 de ellas por naufragios.
En marzo de ese mismo año, otras cuatro embarcaciones se hundieron en esta región, dejando dos muertos y 186 desaparecidos.
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