¿Es posible fundar un pueblo en pleno siglo XX, cuando parecía que todos los municipios ya existían? Para Rodrigo Restrepo Puerta, un campesino y negociante del Suroeste, la respuesta fue sí. En 1997 decidió crear uno desde cero para preservar la arquitectura de la colonización antioqueña, que veía desaparecer en cada visita a la región. Ese impulso dio origen a Cauca Viejo, un proyecto que hoy conservan y lideran su hijo, Andrés Restrepo, y su esposa, Adriana Toro.
En Cauca Viejo, cada fachada guarda las proporciones y los colores de los pueblos antioqueños. Balcones de madera, zócalos de tonos vivos, techos altos y calles empedradas mantienen la estética que inspiró su creación. Para lograrlo, el arquitecto Martín Tamayo investigó en la Biblioteca Pública Piloto cómo se fundaban los pueblos en la época española y diseñó un trazado basado en varas castellanas y alturas coloniales. Rodrigo insistía en ubicar el pueblo en el cañón del río Cauca y, tras varias búsquedas, encontró el terreno adecuado entre Jericó y Tarso. El concejo de Jericó aprobó el proyecto, convencido del impacto que tendría.
Adriana recuerda que al principio la idea parecía imposible. Los bancos rechazaron todas las solicitudes de crédito y las primeras familias que visitaban el lugar para comprar terrenos solo encontraban un potrero sin una casa construida. El proyecto se detuvo varias veces por falta de recursos, pero tanto los contratistas como los primeros compradores aceptaron extender plazos y confiar en que la obra seguiría adelante. “Si nos quedábamos sin un peso, nos quedábamos, pero la gente tenía que recibir lo que había comprado”, dice Andrés.
Cauca Viejo se construyó por etapas. Vendían unos lotes, empedraban una calle, vendían otros, avanzaban en la iglesia o en la fuente del parque. Cuando mejoró la seguridad del país en los años 2000, las ventas crecieron y las casas comenzaron a levantarse con más rapidez. Hoy existen cerca de 220 lotes, más de 180 casas construidas y un reglamento arquitectónico estricto que garantiza la conservación de los elementos patrimoniales. Todas las viviendas deben cumplir las normas de la junta de planeación del pueblo y de los municipios de Jericó y Tarso.
Adriana y Andrés también impulsaron una operación turística que respeta la tranquilidad del lugar. Crearon la marca Hoteles Fundadores, con cuatro hoteles boutique, y muchas de las casas que están construidas son para alquilar para vacaciones. El acceso al pueblo está restringido a propietarios, huéspedes y visitantes con reserva, y el turismo se enfoca en la arquitectura, la naturaleza, la gastronomía local y la historia del proyecto. Las experiencias incluyen un tour histórico, paseos en bote por el río Cauca, spa, espacios para eventos corporativos y bodas, y el disfrute de las casas coloniales.
La Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia ha acompañado el proceso con capacitaciones, cursos y apoyo logístico. Varias de las asambleas del pueblo se han realizado en sus sedes y, según Andrés y Adriana, la entidad ha sido clave para fortalecer la organización y la gestión comunitaria.
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