Quien ha montado bicicleta lo sabe: un paisaje bonito, instagrameable, es consecuencia de una subida exigente, desgastante, de esas que revienta las piernas. Dicen que desde El Alto del Porvenir, ubicado en Monterrey, Casanare, se ven amaneceres, atardeceres de cielo naranja con visos azules: los más lindos del país.
En ese lugar, el punto más alto de una subida de más de 10 kilómetros con pendientes de entre el 7 y el 11,5% de desnivel, terminó la segunda etapa de la Vuelta a Colombia 2025. El punto más difícil de la carrera fueron los 200 metros finales, una carretera estrecha, de vereda, que a cualquier amante del pedalismo le pudo recordar el Alpe D’Huez, o el Alpe de la Loze, porque los ciclistas debieron hacer un esfuerzo grande, pararse en pedales, para coronar.
El pedalista antioqueño Sebastián Castaño, del equipo Sistecrédito, fue el ganador de la fracción. Con su camiseta verde fluorecente cabalgó en solitario los últimos metros en solitario. Levantó los brazos cuando se acercó a la meta y festejó con emoción, tanta que ni podía hablar, que no lograba hilar frases cuando atendió a los medios.
Solo se oían sollozos salir de su boca. Era una mezcla entre lágrimas de alegría y exteriorización del sufrimiento, del dolor que generaba en sus piernas la acumulación de ácido láctico después del esfuerzo hecho. “Estoy muy feliz. No creo que haya ganado una etapa de la Vuelta a Colombia. Antes estuve cerca. Fui segundo varias veces y por fin se me dio. Agradezco a mi familia, mi esposa, los entrenadores, la gente de mi equipo, que es muy profesional”, aseguró el corredor nacido en el Suroreste de Antioquia.
Castaño, ahora más delgado que nunca en su carrera, dijo que se había preparado para ganar esta fracción. En Antioquia hizo la preparación en lomas parecidas para intentar imponerse a corredores como Rodrigo Contreras, vigente campeón de la competencia y hombre de altura (nació en Villa Pinzón, Cundinamarca y entrena por esas carreteras). Lo logró.
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