El presidente Gustavo Petro, al menos por escrito, parece uno de los más preocupados con las constantes tensiones diplomáticas que él mismo genera con Estados Unidos. EL COLOMBIANO conoció una carta que el jefe de Estado le envió a Donald Trump el pasado 23 de junio donde le rindió explicaciones y le pidió una tregua.
“En las últimas semanas se dio un intercambio de opiniones entre el despacho de la Secretaría de Estado y esta Presidencia que alcanzó una notoriedad pública que merece una reflexión serena y franca. Como representantes electos de nuestros pueblos, compartimos la responsabilidad de cuidar las palabras y los gestos, particularmente en tiempos de agitación y desinformación”, señaló el mandatario colombiano.
“En ese contexto, reconozco que es posible que algunas de mis palabras hayan sido percibidas como innecesariamente duras”, agregó, en lo que no parece ser un mensaje escrito directamente por él dadas sus declaraciones públicas.
Este lunes, horas después, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo: “No estoy segura si el presidente (Trump) ha visto esa carta, pero puedo consultarlo con él en el Consejo de Seguridad Nacional”. La pregunta fue hecha por un corresponsal colombiano en la Casa Blanca, pero Leavitt no brindó mayores detalles.
Eso demuestra que esa disputa con la potencia norteamericana no es una prioridad para los republicanos en medio de tantos frentes abiertos como la invasión rusa en Ucrania o el conflicto entre Irán e Israel. Sin embargo, si gana el tira y no el afloja, nuestro país podría sufrir efectos negativos ya no solo diplomáticos sino económicos, como el aumento de aranceles o, incluso, la imposición de otras sanciones.
La cronología y los efectos
La carta coincide con las afirmaciones que había hecho el presidente Petro el 11 de junio desde Cali en las que señaló a Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, de supuestamente estar involucrado en un plan para tumbarlo: “Dice un presidente vecino que el señor Marco Rubio está organizando un golpe de Estado contra mí”.
El presidente vecino al que se refiere Petro es el dictador venezolano Nicolás Maduro. Las declaraciones del mandatario colombiano cayeron mal en Washington y el embajador Daniel García-Peña propició un diálogo el 16 de junio, según comentó públicamente, para bajar la tensión con representantes del aliado histórico de Colombia. Una semana después, el Gobierno envió la carta con la retractación.
Para entonces, el presidente Petro había conocido los audios en los que Álvaro Leyva menciona que adelantó reuniones con varios congresistas republicanos de Estados Unidos, sin que haya mayores pruebas de ello salvo lo dicho por el excanciller.
Como antecedente a lo dicho por el mandatario en Cali, es importante recordar que Rubio condenó el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe sucedido el 7 de junio: “Esto constituye una amenaza directa a la democracia y es resultado de la violenta retórica izquierdista proveniente de las más altas esferas del gobierno colombiano”, señaló Rubio y cerró su mensaje pidiéndole con nombre propio al presidente Petro “moderar su discurso incendiario” y garantizar la seguridad de los funcionarios en el país.
La semana pasada, Marco Rubio decidió llamar “urgente” a consultas al embajador de Estados Unidos, John McNamara, y lo propio hizo Petro con García-Peña. Pero el mandatario colombiano aflojó, de nuevo, y en la posesión del abogado Héctor Carvajal como magistrado de la Corte Constitucional: “Los señores de la extrema derecha que estaban en eso no llegaron a la oficina de Marco Rubio, sino la de otros”, dijo Petro.
Este diario conoció que para los norteamericanos sería necesario que el presidente colombiano vuelva a retractarse de las acusaciones recientes contra funcionarios ese país, así como lo hizo con lo dicho en Cali.
Las tensiones entre Petro y Trump son múltiples. Entre otras, la política migratoria, la adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y el ingreso de Colombia al Nuevo Banco de Desarrollo del Brics. La crisis se profundizó con la renuncia de la canciller Laura Sarabia, quien era clave en el manejo de la política exterior.
¿Qué sigue?
En diálogo con EL COLOMBIANO, el politólogo y profesor Humberto Librado, experto en asuntos de política internacional con Estados Unidos, considera que la discusión va mucho más allá de los estilos de Trump y Petro.
“El asunto está en la asimetría entre nuestro país y Estados Unidos. Es claro que nuestra dependencia en aspectos comerciales y políticos se ven afectados en polémicas como esta. La necesidad de fomentar espacios de diálogo diplomático más allá de los micrófonos es fundamental para evitar incertidumbre”, señala Librado.